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¿Sabes? Solemos pensar que sabemos lo que dura un segundo. De hecho, hay una descripción técnica que marca desde 1967 el segundo como «la duración de 9.192.631.770 períodos de la radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado básico del átomo de cesio-133 a una temperatura de 0 K». Ya, yo tampoco lo he entendido. Lo he copiado de Google.

Pero un segundo se puede medir de la forma racional y de la forma emocional. Si cogemos la segunda resulta que, aunque la razón te dice que duran lo mismo, en realidad parece que dura más un silencio incómodo que un abrazo cálido. No parece que pase el mismo tiempo, tampoco, cuando te dan una mala noticia que cuando la noticia es buena.

¿Y qué me dices de la sonrisa? Hay sonrisas que son fugaces y enfados que parecen eternos… Aunque luego una de las dos partes cede, o las dos, y todo se calma.

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Nuestra vida, lamentablemente, está llena hasta rebosar de segundos vacíos y sin importancia, y en momentos puntuales hay otros segundos que son increíbles, que van cargados de emociones y de significado y que parece que son más importantes. Ya sabes, dicen que es mejor la calidad que la cantidad. Yo creo que eso depende… A alguno, tristemente, le ha faltado un poco más de cantidad.
Y hay segundos que lo cambian todo. Cambian tu todo y el todo de los que te rodean, de los que te quieren, de los que te importan. De aquellos con los que lo has compartido todo, para los que tú lo eres todo y a los que parece que, cuando te vas, los dejas sin nada. Sí, existen esos malditos segundos que lo tuercen todo con una crueldad que duele, que ahoga, que asfixia y que luego te resigna, te calma, hace que lo asumas y te anima a seguir adelante.

Hay pocas certezas en la vida, en esta especie de suspiro en mitad de la existencia humana que nos ha tocado vivir, una de ellas es el hecho de que no podemos volver atrás en el tiempo, al menos no de momento. Ni para cambiar lo que no nos gusta, ni para impedir que los accidentes pasen. Nos lo jugamos todo, como en una especie de partida a la Ruleta, en el presente y a veces se nos fastidia el futuro y lo único que dejamos atrás es un pretérito pluscuamperfecto. Un chorreón de recuerdos, de anécdotas, de historias…

Y parece que se nos acaba el futuro, te lo prometo. Que no volverán los segundos buenos, pero cuanto más enfadado estás con la vida, cuanto más te parece que la deberías odiar, más te sorprende y de la nada te regala algún segundo de esos, de los buenos. De los que dejan sin respiración. Ojalá tengamos más segundos de esos. Y tú tengas buen viaje, amigo.

dgelabertpetrus@gmail.com