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Domingo 7 de Julio, mañana. Si nos miramos el ombligo, cosa bastante usual en nuestros prados mediáticos y de opinión, podemos pensar que los problemas políticos españoles son los más importantes de Europa: una parte troncal del país quiere, mientras se asienta en el puro chantaje delincuencial, separarse del resto mediante falsedades y manipulaciones históricas indecentes. Son esos que han explotado el mito de la opresión en un marco de estallido de identidades ridículas.

Pero en la jerarquía de problemas de nuestro continente quizás sea Francia quien encabece el pelotón del tour de los problemáticos europeos. En el país amigo se ha instalado una polarización tremenda que secciona su sociedad hasta tal punto que las elecciones de hoy domingo las ahondarán.       

Los problemas sociales no han sido solucionados ni suavizados por el Gobierno centrista y ahora ya no se trata tanto de calificar la ideología de quien gobierne como de aportar soluciones realistas a la gente. Buena parte de la prensa española alucina con la posibilidad de que la llamada extrema derecha, es decir la derecha real, pueda hacerse con el poder    en Francia. Pero, como siempre, cabría preguntarse el porqué de las cosas.

Veamos. Personalmente creo que lo más interesante de las elecciones francesas de este domingo será conocer el éxito o fracaso del Frente Popular contra Le Pen. Los resultados de la primera vuelta (esa peculiaridad francesa de las dos vueltas) dieron como resultado la unión, o mejor, la comunión de todos contra Le Pen, que fue la que recolectó más votos.

Y así Macron, el centrista, y Mélenchon, el radical de la izquierda comunista, ese pro islamista, antisemita y amigo de Hamas, decidieron organizarse para poder afrontar la segunda y definitiva vuelta con unas mínimas garantías de impedir el    supuesto triunfo arrollador de Le Pen. Por eso unos y otros decidieron retirar sus candidaturas propias en los departamentos electorales donde hubiese más garantías de que pudieran ganar o los de Macrón o los de Mélenchon. Un favor mutuo para unificar el voto contrario a Le Pen. Pero surgen las preguntas y los problemas: ¿Va a votar un radical comunista al representante centrista aliado de los banqueros? ¿Votará un centrista a un radical comunista? ¿Podrá votar un burgués centrista a quienes pretenden una nueva Revolución Francesa? Pues no parece probable pero lo sabremos esta misma noche.    El odio y la rabia hacen milagros pero será difícil que se produzca ese milagro aquí más cuando muchos centristas se supone que se verán inclinados a votar, aun con la nariz tapada, a Le Pen antes que dar aliento a Mélenchon.

(Y ahora dejo espacio para poder analizar urgentemente los resultados de esta noche)

Domingo 7, noche / madrugada del lunes 8: La urnas han hablado. Y se produjo el    milagro. El triunfo de Le Pen no ha sido tal. El CIS también existe en Francia. Todas las encuestas se han equivocado. Se ha impedido el gobierno de Le Pen pero no se sabe cómo podrá gobernarse el país con las exigencias / oposición / obstrucción de Mélenchon. Crecerá la polarización y puede crearse una atmósfera política irrespirable, mala para toda Europa. Se acerca el caos. ¿Una Francia ingobernable? Según se resuelva la situación Le Pen tendrá una nueva oportunidad en las presidenciales de 2027 si antes Macron no dimite y se convocan presidenciales junto a nuevas legislativas al no poderse formar un gobierno estable. Sigue el partido de Francia (que hoy martes perderá también ante España) y sigue la incertidumbre.

Notas:

1- Casi 30 años después Toni Blair ha vuelto a ganar las elecciones en Inglaterra.

2- La Moncloa se ha convertido en una oficina de negocios según declaración jurada del Rector de la Complutense ante el juez.

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5- El hijo de Piqué, sentado junto a su padre, vistió la camiseta de España en el partido contra Alemania.

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7- Menorca es ya una isla abocada al decaimiento cultural. Unidireccional y ciega desprecia su pasado internacionalista.

8- Un libro interesante: Roberto Vaquero «¿Por qué el obrero vota a la derecha?»

9- Nuevo disco de Byll Wyman (‘Drive my car') a sus 87 años. Un magnífico homenaje a J.J. Cale. Cool.

10- Básico. «La interpretación de una ley es una facultad y un deber indeclinable de los tribunales de justicia que ningún otro poder del estado puede suplantar. El legislador hace las leyes pero son los tribunales quienes las aplican y, por ello, interpretan» (M. Aragón). Poner en duda el auto del Supremo es ponerse fuera de la ley.

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