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Primera semana de julio y Mallorca. Está aquí el debate de cada año, qué hacer con el modelo turístico, dónde poner los límites. Lo que ha cambiado este año –el primero de Marga Prohens en la presidencia del Govern– es que el PP estuvo ágil en mayo cuando, a la vista de las movilizaciones que serán norma este verano, decidió coger esa bandera y convocar un foro, una mesa lo llamó primero, para    plantear propuestas. La escenificación fue la que podría haber planteado cualquiera de los gobiernos de izquierda anteriores y, en un primer momento, suscitó apoyos de colectivos que    difícilmente era imaginables no hace un año sino hace solo unos meses. Esa mesa por el turismo sostenible, o para alcanzar un pacto por la sostenibilidad, tenía todos los ingredientes para comerse a la izquierda y destapar sus contradicciones en este asunto.

El último pleno del Parlament estaba pensado para cerrar el curso político con un mensaje claro: que Balears pondría límites al turismo y que lo haría de la mano de todos los partidos –que Vox se quedara fuera no solo no incomodaba sino que hasta era deseable– y de las organizaciones implicadas. El PP había pasado de cuestionar todas las iniciativas de los gobiernos de izquierda para poner límites y tildarlas de turismofobia a abrazarlas. Ahora mismo todos los consells (y eso se ha visualizado esta semana) están buscando el modo de limitar la entrada de vehículos como ya ocurre en Formentera. El Govern asume incluso acuerdos del Foro de Davos para definir sus estrategias y hasta el conseller de Turisme dice que el turismo de conductas incívicas no es deseable. También este último miércoles los gigantes del sector, los que reúne Exceltur, se comprometieron a buscar soluciones. Todo ello con manifestaciones en diferentes puntos de España –en Palma se celebra una el próximo 21 de julio después del éxito de la primera hace unas semanas y centrada en la falta de vivienda– que seguramente seguirán reproduciéndose.

¿Qué podía salir mal? Todo lo demás como se ha visto este final de curso parlamentario que llega con el primer año de Prohens y que el PSIB intentará mantener activo (el curso y la crítica política) hasta agosto.

Lo que podía salir mal –como así ha ocurrido– es que la propuesta del PP se cruzara con la aprobación del decreto, que ahora será ley, sobre simplificación administrativa –y que le da la vuelta a la política urbanística, prevé amnistía y liberaliza usos del suelo rústico con la anuencia de los consells –y el episodio del debate sobre la memoria democrática y la derogación de la ley que hace unos años se aprobó con apoyo del PP. Prohens tiene un problema con quienes la llevaron a la presidencia del Govern. Toda la izquierda tiene claro que el objetivo es forzar la caída de Le Senne en la presidencia del Parlament. Pero así y todo el debate sobre turismo y sostenibilidad de Balears es indispensable. Ya sea o no en la mesa que montó el PP para comerse a la izquierda.