Mucha gente parece convencida de que no hay mal que por bien no venga, y dada la antigüedad de esta sentencia, con versiones en casi todos los idiomas, este convencimiento no es cosa de ahora. Sin embargo, he de admitir que yo nunca he visto claro qué es lo bueno de lo malo, y no solo porque, viceversa, implica lo malo de lo bueno (más obvio desde que el depravado Marqués de Sade escribió Justine o los infortunios de la virtud), sino porque nunca consigo percibir esos supuestos bienes que brotan del mal. De hecho, las disquisiciones y discusiones acerca de lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno son mucho más antiguas que el refrán mencionado, y no pocos filósofos y sabios desde antes de Sócrates dedicaron su vida a estudiar este vidrioso asunto, que es como un monstruo roedor enquistado en el cogollo mismo de la moral, así como a intentar determinar cuánto mal es aceptable a cambio de algún bien futuro, y cuándo no conviene hacer el bien en evitación de males mayores. En realidad, ahora que caigo, se trata del problema intelectual por excelencia, naturalmente irresoluble, por lo que la solución es que allá cada cual con su dilema.
Lo bueno de lo malo y viceversa
08/07/24 4:00
También en Opinión
- Giro de 180 grados en la Seguridad Social: El Gobierno da la vuelta a la edad de jubilación este 2025
- La mejor hamburguesa de Menorca se cocina en Cala Blanca
- Empresas de alquiler turístico estallan contra el Consell de Menorca: «Su campaña es ofensiva»
- Fallece un hombre tras quedar inconsciente en la calle en Maó
- El emblemático Bar Peri de Es Migjorn se pone a la venta ante la falta de relevo generacional