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Las investigaciones del equipo del profesor Prados, de la Universidad de Alicante, son determinantes en lo que aquí concierne. Las excavaciones se iniciaron en 2014 sobre las estaciones de Trepucó, Talatí de Dalt, Torrellafuda y Son Catlar; y estas dos últimas fueron elegidas como las de mayor interés. Se descubrieron materiales de 3.800-1.200 a. C., Edad de Bronce, mostrando la sobre - presentación de materiales púnicos, muy por encima del resto, incluso de los de fabricación local; siendo lo más interesante «el aumento porcentual de los que se podían fechar en las últimas décadas del siglo III a. C., correspondiente con el conflicto romano-cartaginés y el paso de Magón al frente de la armada púnica» (Prados, pág. 80).

La mayor presencia de materiales, principalmente ánforas, cerámicas comunes y de cocina, reflejaban un importante aumento de población en este enclave. Se localizaron lienzos de murallas antes desconocidos, una torre, sillones con características propias de poliorcética (arte de atacar militarmente). Destaca la tipología menorquina también observada en la península, propiamente cartaginesa, en Carmona, Cartagena, Manises y otros lugares.

Con anterioridad a las aportaciones de los estudios de Fernando Prados, las investigaciones se habían basado, según se matiza en su artículo, más en generalidades, que entrando en detalles; sus análisis descubrieron una muralla cartaginesa del siglo VI a. C. y más materiales del siglo VI y IV a. C. (ánforas púnicas-ebusitanas); y recordemos que Cartago la habían fundado los fenicios en el siglo IX a. C.

Destaca que fue en el siglo III a. C. cuando tuvo lugar la gran reforma cartaginesa de fortificaciones (torres y bastiones), prueba también de evolución tecnológica púnica, situándose en el último cuarto del siglo; y coincidiendo con la inclusión de Menorca en el conflicto Roma-Cartago, de la segunda guerra púnica, contando ambas potencias con el armamento y logística más sofisticados de la época. Así, se hallaron nuevas técnicas constructivas, desconocidas por la cultura talayótica.

La vieja muralla, nos dice el profesor Prados, pasó a ser activa, dejando de ser pasiva y apta para defender y también para contraatacar a los asedios. Se observa la existencia de accesos en codo (permite salir sin ser visto) y máquinas militares, que menguarían, a mi juicio, el nivel de protagonismo de los honderos, aunque, al parecer, aportaban su movilidad en el campo de batalla. En algunos sectores, como, por ejemplo, en el llamado «bastión noroeste», se presentan dos plataformas, flanqueando la esquina del poblado en dos direcciones, para poder albergar artillería de torsión propia, de la época: catapultas, onagros y ballestas, documentándose proyectiles, a pie de estos bastiones. Se demuestra, asimismo, que su metodología es típicamente cartaginesa: y la misma se documenta en las fortificaciones peninsulares (Manises, Cartagena y Carmona, entre otras).

Es importante recalcar que las reformas de las fortificaciones defensivas del siglo III a. C., como se ha señalado, las efectuaron los cartagineses, por tanto, ajenas, en principio (no es descartable algún punto de resistencia) a cualquier implicación defensiva de los menorquines, como tales, ante la llegada de Magón y su escuadra en 206 a. C., estableciéndose en el puerto, donde permanecieron hasta la primavera del siguiente año.

Los datos biográficos que nos suministra el profesor de Arte, José Pijoán, acerca de la familia Bárquida, permite aproximarnos a los rasgos personales del General Magón. La palabra «Barca» significa «relámpago»; los hijos del General cartaginés Amílcar, héroe de la primera guerra púnica, desplegada en torno a Sicilia (264- 241 a. C.), quien llamaba a sus hijos «cachorros de león», fueron protagonistas en la segunda guerra púnica (218 -202 a. C.), que giraría respecto a Sagunto, siendo Aníbal el líder cartaginés. La familia de los Barca, semita como los asirios, cuenta Catón, era de la más rancia nobleza, tenía su apoyo en el partido popular y la capitanía del ejército se la había otorgado la asamblea aristocrática, vía electoral por sus propios oficiales miembros. Aníbal tenía conocimientos topográficos, escribía griego académico y dominaba pluralidad de lenguas bárbaras y dialectos latinos; su gran victoria sobre los romanos había sido en Cannas (216 a. C.); tenía afición ecuestre y Magón era su comandante de caballería.

Nuevos conocimientos protohistóricos de Menorca, afirman que la producción de alimentos era suficiente para mantener la población en los siglos IV-III a. C.; y se practicaban intercambios comerciales de diversidad de bienes (A. Ferrer Rotger, Complutum, 2023).     

Concluye Prados que de forma general se admite que Menorca fue adepta a la causa de Cartago; pero el hecho determinante es el momento en que la isla acoge a la flota comandada por Magón, en el invierno 206-205 a. C., dando lugar al homónimo, Mago, de la ciudad y puerto. Los hechos relatados a mi juicio son concordantes en valorar, positivamente, la oportunidad de plantar un homenaje a nuestro gran puerto de Mahón, levantando un obelisco al general cartaginés Magón Barca, símbolo perenne y expresivo, simbólicamente, del homónimo cartaginés, que identifica y distingue a nuestro puerto en el correr de la historia. Naturalmente el proyecto aludido debería refrendarse, en su caso, plebiscitariamente.