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Soy europeo, español, balear y menorquín. Puede que más cosas, de cuyo nombre no quiero acordarme. Algunos prefieren definirse por lo que no son o no quieren ser. Identidad en negativo. No tengo nada contra los asiáticos, americanos, africanos y oceánicos. Las personas formamos el contenido de los continentes, esencialmente iguales en la diversidad. Algunos somos europeos de nacimiento, por una misteriosa combinación de azar y necesidad. Otros son europeos de adopción, en busca de una vida mejor. Tal como está el mundo, es necesario ser hospitalario. Ni somos máquinas ni nuestra inteligencia es artificial.

Las elecciones europeas nos permiten votar hacia dónde queremos ir en momentos convulsos. Recordemos las dos Guerras Mundiales o la infausta Guerra Civil, que fueron importantes escabechinas. Ha habido muchas más y siguen. Los enfrentamientos nunca terminan.

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Cees Nooteboom, nuestro vecino de Sant Lluís, nos cuenta «Cómo ser europeos». La Unión Europea es nuestro destino, pero también un reto formidable, una imperiosa necesidad, una realidad imperfecta que debemos mantener, pulir y reconstruir, amenazada por poderosos enemigos.

Las campañas electorales te confunden si no tienes ideas claras. ¿Dónde está la verdad? ¿La recuerdan? ¿Nadie la echa de menos? La conversación y el debate inteligente han desaparecido de la vida pública. Tomemos en serio nuestras decisiones o alguien las tomará por nosotros. Y será mucho peor.