Gustaba a George Steiner, filósofo crítico de la literatura, hacer referencia a dos noches primaverales de la historia a las que consideraba decisivas a la hora de entender la civilización occidental: la de la primavera del año 416 aC y la del año 3732 del calendario judío. Se refería a la reunión que tuvo lugar en casa de Agatón, en Atenas, la del Banquete de Platón, en la que se pronunciaron los famosos discursos sobre eros, referidos a la fuerza preciosa del deseo de cuerpos, de hábitos, de ciencia y de belleza; y se refería, también, a la Última Cena, en el cenáculo de Jerusalén, pergeñada por Jesús de Nazaret como ágape fraterno ofrecido a sus amigos más cercanos a quienes como signo de amor servicial les lavó los pies antes de entregar la vida en el monte de las calaveras.
Dos cenas decidieron el amor
18/03/24 4:00
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