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El Informe del Boletín Económico del Banco de España del 4º trimestre de 2023 matiza sus más sensibles valoraciones substantivas con el epíteto «incertidumbre»; asimismo, algunas afirmaciones denotan, sutilmente, la necesidad de que España recupere el perdido valor del PIB industrial, que antaño promovió el crecimiento económico y el bienestar social a niveles cercanos, al menos, a la media europea.

Observemos algunos argumentos del Informe que implican a la reindustrialización de ese país. En el punto 9, se lee: «El avance del PIB en el tercer trimestre descansó de nuevo en la demanda interna, particularmente en el consumo privado y en la inversión de bienes de equipo…». A sensu contrario se argumenta que fue negativa la contribución de la demanda exterior neta al crecimiento, a causa de las exportaciones, resultado de la «ralentización» de la economía global y europea, con mayor intensidad que la experimentada en las importaciones españolas; las cuales -añado- se centran en bienes de equipo necesarios para inversiones industriales de capital, que España no produce y requiere para fabricar bienes industriales de consumo.

En el punto 15, aduce el Informe que «el descenso que experimentaron las importaciones durante el tercer trimestre permitió mitigar parcialmente la aportación negativa del sector exterior al avance del producto»; es decir, se interpreta que esta caída de las exportaciones, «como en otras ocasiones», aumentó, tras la pandemia, el «consumo de servicios», los cuales, a diferencia de la industria, se sentencia, son menos intensivos en generar importaciones, y de menor elasticidad para la innovación tecnológica, clave de la productividad y de salarios reales alcistas.

Asimismo, se reconoce, la desaceleración del crecimiento del PIB mundial, sensiblemente entre 2022 y 2023; y no se espera repunte apreciable en el 2024; añadiéndose, que «la recuperación gradual, se apoyaría, sobre todo, en el consumo privado, en un contrato de crecimientos salariales y descensos de la inflación», o sea, en el virtuosismo del auge de los salarios reales, lo cual acaece cuando aumenta la productividad total, extremo más común en la actividad industrial que en la de servicios.

Desde la crisis del petróleo de 1973/1979. EEUU, la UE y otros países vienen experimentando un proceso de desindustrialización vinculado al auge del globalismo escorado a la especulación financiera, ensamblado en el antagonismo al pensamiento y políticas keynesianas. Y Menorca, después de haber ganado, con creces, el crecimiento industrial autosostenido ha padecido el mismo fenómeno favorecedor del sector servicios, hostelería y turismo, aunque manteniéndose en la isla algunas empresas industriales muy competitivas.

Mediante un amplio y preciso análisis, recientemente publicado(1), se prueba la alta capacidad anticíclica de los agentes económicos en Menorca, explicativa de un proceso de larga duración histórica, que impulsó la industrialización moderna de la Isla, desde mediados del siglo XIX hasta el último tercio del silo XX. Se desvela el gran volumen de patentes menorquinas por habitante durante la primera guerra mundial, situando a la isla por delante de la media nacional. También es notable el aumento de ratio de patentes per cápita en Menorca durante los años de 1930, cuando desciende Mallorca y resto de España. Por el contrario, cayó Menorca durante el decenio de 1940, en contraste con la península y Mallorca. Desde 1947, nuevamente se intensificaron innovaciones tecnológicas industriales menorquinas. El PIB industrial de Menorca había llegado al 45 por ciento del total en 1975; y en el primer decenio del siglo XXI experimentó un descalabro estrepitoso; Eva Asensio, (beca del IME) calculó que el VAB industrial de Menorca había caído al 18 por ciento del total insular en 2000 y al 12 por ciento en 2007, cuando el comercio, hostelería y transporte cifraba el 43 por ciento.

Pep Mir publicó en Es Diari (27/12/23) los datos de la Dirección Central de Empresas por territorios (INE, 2023), donde se constata que, en Menorca, en 2019 eran 555 las industrias en funcionamiento, que, en cuatro años, han descendido en un 13 por ciento; y que el sector servicios acapara la mitad de la población empresarial similar, con 3917 sociedades activas, sin registrarse descenso interanual. Asimismo, se observa que la caída por municipios en los últimos cuatro años fue desigual; así, Ciudadela perdió 40; Mahón, 2; Sant Lluís, 10; Ferrerías, 8; y Es Migjorn Gran, 4; sin embargo, ganan industrias: Alaior, 5; Mercadal, 3; y Es Castell, 1. Por tanto, Alaior y Mercadal mantienen, cautelosamente, una tendencia ascendente.

En cuanto al requerimiento de la reconversión industrial de Menorca, no se trata de establecer una alternativa sectorial a la vigente, sino de recuperar el equilibrio entre las tres categorías de actividad económica, que fue substancial en el modelo de crecimiento sostenido menorquín.

(1) Véase el libro: J. Hernández Andreu y J. M. Ortiz-Villajos (2023), De «Holandeses del Sur a Hong Kong del Mediterráneo», ed. UJA, Universidad de Jaén.