No lo sabes a ciencia cierta; pero de repente un día te das cuenta de lo sola que estás; que pareces transparente; que no tienes objetivos. Tus hermanos se han ido, al igual que tus padres hace años. La mayoría de tus amistades o se han muerto, o ya no se enteran de nada, porque las enfermedades mentales han anidado en sus frágiles cuerpos. Tus hijos, si los has tenido, viven su vida, con rupturas y desamores; con sus propios problemas. Y tú, después de toda una vida dedicada a los demás, te sientes sola, tremendamente sola... y a esa edad te hace falta un poco de compañía; alguien a quien contar tus «cuitas y sinsabores». Alguien como ese marido que también se fue, o... que tal vez está, pero con su cabeza ausente, o con un cuerpo maltrecho que no le permite seguir tu ritmo. Un compañero/a de vida, que te sepa escuchar y apoyar, que te sepa entender con su infinita paciencia. Pero te sientes sola, hay que admitirlo. Tus vecinas han cambiado, esas son jóvenes y te ignoran. Tienen su vida.
La soledad
Cuando dejas de ser alguien
10/02/24 0:00
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