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Cada mes de enero recuerdo que los portugueses nombraron Río de Janeiro al lugar fluvial que descubrieron durante, y precisamente, un mes de enero (janeiro es enero en portugués). Por cierto, allí no encontraron bacalaos, plato nacional portugués, pero sí brasileñas. Tuvieron suerte. Pero dejemos esos divertimentos y centrémonos: enero es el mes de las buenas intenciones. Es cuando la mayoría de humanos, anonadados y amortizados por la resaca de Nochevieja, nos planteamos empezar una nueva forma de vida. Es cuando listamos, ansiamos y pretendemos nuevos objetivos vitales.

Sí, cada enero es como a ‘new morning' (Dylan), un nuevo comienzo. Pero hay años, a veces, en que uno no sabe qué deseos debe plantearse como meta dado el cariz que van tomando los acontecimientos que nos envuelven. En mi caso particular, y dada mi nueva condición de liberado laboral forzado, situación que he asumido con resignación, dudo sobre qué debo hacer porque cuando te muda la vida es normal que mude tu mundo. Así pues he dejado pasar todo el mes de ‘janeiro' para planteármelo y manifestarme al respecto. Veamos.

El otro día Savater (Savater, siempre Savater) recordaba en su nueva y más confortable casa de «The Objetive», el discurso del fanático, de Voltaire: «Piensa como yo o muere». No hace falta explicar mucho más. Efectivamente, el fanático no permite otras opiniones que las suyas propias y, al tiempo, impide, o lo pretende, las de los demás. Personalmente declaro solemnemente que nunca me he opuesto ni me han molestado que existan otras opiniones distintas a las mías. Me divierten. Por eso, exactamente por eso, uno no es un nacionalista reaccionario sino un liberal permisivo con licencia para resistir en un entorno tan polucionado como el que nos rodea.

Pero recalculemos ¿Qué debo hacer, pues, este año? Preguntas importantes: ¿Para estar a la moda debo de cambiar de opinión constantemente como hace nuestro querido líder, el trolero crepuscular? ¿Debo dejar de interrogarme sobre cómo es posible que alguien vote aún al mentiroso inmoral más allá de los sedientos de pan y vino? ¿Debo volver a leer «El País» para no dejar solo al único amigo que ya lo lee? ¿Debo considerar las creencias básicas como simples antiguallas? ¿Debo asumir las formalidades woke igual que uso el wok... solo en contadas ocasiones, o hacerlo como norma de vida? ¿Tengo que seguir apasionadamente la política de mi país España o dedicarme mejor a otros menesteres menos traumatizantes? ¿Me engullirá la corrección política para alegría de las mentes cretinas de la inmensa Creta que nos rodea? ¿Tienen que dejar de importarme los supremacistas ladrones que, con sus charlotadas identitarias, quieren romper mi país y la Constitución que me da la libertad?

Sabiendo ya que los años son cortos pero los días son largos ¿debo de seguir perdiendo el tiempo sermoneando en el desierto de lo políticamente correcto? ¿Debo de seguir pensando qué quiero ser de mayor? ¿Me consolaré adquiriendo nuevos vicios? ¿Se romperá mi fascinación por Keith Richards? ¿Dejaré de amar a mi Mahón? (¡No, never, ever, ever...!) ¿Superaré por fin mi adicción a las sopas? ¿Y al podcast ‘Yira, yira de Arcadi en la web de «El Mundo» cada viernes a las 12 de la noche? ¿Renunciaré al chop suey de verduras con gambas, siempre ‘cortadas en juliana, por favor'?, ¿Seguiré prefiriendo la Voll-Dam a una Maestra? ¿Me convertiré en un hortera e iré a un gimnasio? ¿Me acordaré de andar más como me exige mi admirada tutora sanitaria    Mª José? ¿Sabré distinguir entre ideas y creencias? ¿Podré sobrevivir en ese lodazal identitario? ¿Podré aguantar «la hez y el martillo» que nos vuelve a atosigar?... Mil preguntas, mil dudas. ¡Dios mío, estoy hecho un lío! ¿Qué debo hacer?

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Notas:

1- Según A. Trapíello («El Mundo»): «El mecanismo mental de Sánchez dicta que el problema de España no son los delincuentes (golpistas y terroristas catalanes, y asesinos de ETA), sino las leyes; suprimamos los delitos    y desaparecerán los delincuentes». ¡Elemental querido Watson!

2- «Empresarios: no se dejen amedrentar por la casta política; no se entreguen a quien lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Que nadie les diga que su misión es inmoral. Ustedes son benefactores sociales. Ustedes son los héroes. Ustedes son los creadores del periodo de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido. No cedan al avance del Estado. El Estado no es la solución. El Estado es el problema» (Milei en Davos)

3- «Israel es una pequeña isla democrática    rodeada por un océano de dictaduras musulmanas. No hay país autocrático musulmán que no aspire a destruir la república de Israel. Son nueve millones de ciudadanos libres, amenazados de muerte por miles de millones de siervos sin libertad alguna que solo aspiran a cortarles el cuello» (Félix de Azúa, «The Objetive»)

4- Savater sigue de actualidad. Creo oportuno recordar la carta que me mandó en apoyo a la manifestación por la libertad de lengua que se leyó públicamente el 18 de Junio de 2009 en la plaza de La Miranda de Mahón ante cientos de personas. Bajo el título de «Apoyo a la manifestación de Mahón» afirmaba: «En las sociedades antiguas, los ciudadanos que carecían de propiedades no tenían derechos. En las democracias modernas, por el contrario, el ciudadano es ante todo propietario de derechos. Uno de esos derechos, en nuestro país, es el de poder utilizar la lengua oficial autonómica junto a la común del Estado en el terreno educativo, en las relaciones con la administración, etc... Pero este derecho local no incluye el de prohibir utilizar en esos mismos campos la lengua común española, penalizarla o dificultar su empleo de cualquier modo que sea. Nosotros no luchamos contra ninguna lengua a favor de otra, sino a favor del cumplimiento racional de los derechos lingüísticos reconocidos en nuestra Constitución democrática contra quienes los pervierten de modo sectario. Abandonar este combate sería renunciar a la democracia misma». Fernando Savater, Madrid.