TW

Todos sabemos que el mundo es complejo y variado. Existen muchas culturas, costumbres, multitud de idiomas, variedad de religiones, creencias, distintos tipos de negocios y parlamentos y lo conforman infinidad de personas, cada una con su historia, la historia de sus antepasados y del lugar donde viven, con heridas que les han causado y otras causadas, con sus similitudes y diferencias. Pero hay una sola Humanidad.

La Humanidad vive en la casa común, la Tierra, que es limitada y todos necesitamos comida, agua, lugar donde instalarnos y alojarnos, higiene, sanidad, enseñanza… para poder vivir como personas. No siempre se obtiene y esto es debido a distintas causas, entre ellas las guerras, algo inaudito, insólito, inconcebible e inaceptable.

Con motivo de las guerras actuales me gustaría exponer de forma sencilla y entendible algo que ocurre y no tendría por qué suceder si fueran otros los enfoques.

Todo tiene un antes. Intentaré abreviar. Cuando los homínidos- que eran nómadas y nada era de nadie y todo era de todos-, por diversas causas, entre ellas el aumento de la especie, falta de alimentos y agua, se vuelven sedentarios, instalándose en las zonas fértiles, al lado de ríos, lagos, fuentes, en valles, puertos, aprenden a cazar y domesticar animales, a roturar tierras y sembrar, aparece la propiedad del trabajo algo que muchos no entienden ni aceptan y se apropian de lo ajeno, siendo, al llegar a su tribu con el botín, alabados, vitoreados, aclamados (hasta les levantas estatuas, como el caso de Barbarrosa que tiene una estatua) por los suyos, hombres, niños, mujeres, y surge la necesidad de defenderse de estos ladrones, saqueadores, iniciándose una clase, la guerrera, armas de defensa, y fabricantes de las mismas que necesitan materiales para su elaboración. Los    saqueadores, además, se apropian también de tierras, las más fértiles y ricas, las que se hallan en lugares de paso, o puertos de abrigo, (a la par se ha desarrollado el comercio), forjándose líderes, jefes, adalides, reyes    a los que levantas monumentos; imperios que someten y cobran tributos, se crea un estilo de vida y de orden en el que están los reconocidos, recompensados, privilegiados; al otro lado los que pagan tributos y los ignorados. Se crean alianzas de unos adalides contra otros. El que esté libre de culpa que eche la primera piedra. Van pasando etapas y de cada vez las armas son más sofisticadas y perjudiciales y se necesitan materias primas para hacerlas. En una época, eclosiona el denominado terrorismo para, sembrando el terror, conseguir una finalidad, y surge la necesidad de defenderse, castigos y venganza, deseos de aniquilar al adversario. Toda la tribu se involucra y del odio emergen más terroristas, que crecen en el rencor, el deseo de venganza, el aniquilamiento, someter para no ser sometidos y esclavizados. Hoy, en las guerras, que no son muy diferentes a las de antaño, salvo en el armamento y medios de desplazamiento, se sigue pasando hambre (se sitiaba a las ciudades por hambre), falta de agua, comida, energía, alojamiento, higiene; hay muertos y heridos,    la ayuda sanitaria se resiente; existen desplazados, se lucha para vencer y someter pues en caso contrario, dicen, los enemigos se rehacen y vuelven a atacar. Se especula que los enemigos se guarecen en escuelas, hospitales para que les sirvan de escudos humanos, pero esto ya no se respeta.

Hay que cambiar el enfoque. Hay que evitar, evitar, evitar que estallen, que se inicien las guerras pues cuando se desatan ya se sabe lo que pasa, sufriendo, todos, las consecuencias y fomentando desplazamientos y todo tipo de sufrimientos para los pueblos. Mentalizar en la igualdad, como seres humanos que todos somos, el perdón, la concordia, la paz, en vez de alimentar el odio, rencor y venganza. Conviviendo y haciendo un reparto equitativo de las materias, compartiendo y respetando la casa común, evitando, derroches, despilfarros.

No creo que estas exposiciones lleguen muy lejos ni sean tenidas en cuenta por partes de la sociedad, aunque hay algunos que están en ello, absorta en el día a día pero es desde los pueblos donde se ha de fomentar la paz y concienciar en otro orden distinto a la lucha, al dominio, y mentalizar a los que la alteran y provocan contiendas, guerras, terrorismo ya sea por la causa que fuere, para que cambien su comportamiento.

En estas fechas y siempre, no hay que olvidarlo.