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Aquella ‘nueva normalidad’ social, la que decretó Pedro Sánchez tras el confinamiento duro del año 2020, trajo cenas navideñas sin familiares, toques de queda, cierres de la hostelería, mascarillas, PCRs y colas para vacunarse que algunos se saltaron. Esa normalidad que transformó la vida social de los ciudadanos en algo completamente anormal se ha instalado ahora en el Parlament. Ayer quedó inaugurada la 'nueva normalidad' política, la que ha posibilitado que un diputado al que desde el Govern señalaron por intentar extorsionar nada menos que a la presidenta del Govern a cambio de su voto terminara votando las cuentas de la presidenta del Govern. Un voto volátil para esa nueva normalidad de esta legislatura.

Marga Prohens ha salvado los presupuestos a costa de un alto precio que en el caso de Vox son las enmiendas y, en el Formentera, no se sabe por ahora. Con los precedentes de la negociación presupuestaria y de una aritmética parlamentaria diabólica, esta anormalidad amenaza con instalarse a partir de ahora en la Cámara. Vox, partido de cazadores, ha visto en el PP una presa. Ante la posibilidad de que los ‘populares’ aprobaran los presupuestos gracias al voto de un tránsfuga del partido, Vox amenazó con votar ‘no’ en lugar de abstenerse. Ese aviso desborda ampliamente el marco que fijaron PP y Vox en su pacto y, de hecho, supone un claro incumplimiento de los acuerdos que se sellaron. Ese ‘no’ del partido de extrema derecha habría supuesto una ruptura de los acuerdos y una declaración de guerra que Prohens ha mitigado con una rendición previa.

La presidenta tiene ahora unos presupuestos diseñados por el PP y amurallados con esos toques obsesivos de Vox, como los 20 millones para el plan piloto de elección de lengua. Qué se hará con esos 20 millones es algo que decidirá la Conselleria. A fin de cuentas, el Govern de Francina Armengol    incluyó durante un par de años en los presupuestos el tren de Llevant. ¿Alguien lo ha visto?