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Ha comenzado, con un nivel de civismo y de responsabilidad ciudadana elevado, la recogida de residuos puerta a puerta en varios núcleos urbanos de Maó. El Consorcio de Residuos ya ha iniciado las charlas informativas para poner en marcha el sistema en las urbanizaciones de Es Castell, empezando por Trebalúger, Fonduco y Noria Riera. Los dos municipios han aprobado ya las tasas que cobrarán por este servicio, ya que ambos eran los únicos que no la tenían, y la ley balear establece que debe implantarse como tarde en 2025. Un recibo que cubre la recogida de basura sea puerta a puerta o en contenedor, aunque en este caso se establece a la vez que arranca el nuevo sistema. Hasta ahí todo correcto, salvo que parece que al final se ha pisado el acelerador y hay aristas en estas tasas que no se han acabado de limar.

En Maó se pasó de una tarifa plana de 135 euros a una base de 65 que se modulará según la superficie de cada vivienda, siendo de 65 para las casas de 100 a 125 metros cuadrados. Además para que este nuevo pago sea más llevadero se rebaja un punto el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). En Es Castell se opta también por modular la tasa en función de la superficie y se pagarán 110 euros en las viviendas de 75 a 150 metros cuadrados. Se echa en falta una reducción del IBI como en Maó que alivie un poco la carga del nuevo recibo.

Los dos ayuntamientos toman como referencia el tamaño del hogar independientemente de las personas que lo habitan, es el primer criterio que levanta las críticas de los vecinos, porque lo normal es que se pague por la basura generada. El cálculo es complejo, en algunas ciudades establecen la tasa según otros consumos registrados, parece más lógico, como el de agua. En cualquier caso lo que más se echa en falta, y esperemos que en un futuro se tenga en cuenta –máxime cuando el Consell ahora va a triplicar su aportación al Consorcio de Residuos–, es conocer qué bonificaciones habrá para los ciudadanos que cumplan con el reciclaje.