Cuando quiero hacer ejercicio metal siempre suelo ir a un súper. También voy a comprar, además. Yo suelo llevar una lista de lo que me han encargado como necesario y paralelamente lo que quiero para mí, esos extras compuestos de caprichos. Yo creo que esos comercios se enriquecen sobre todo por esas ventas caprichosas ya que no hay nadie que entre sin llevarse algo más de lo previsto. Hace unos días, en unos de esos cruces de callejuelas que hay en un súper me topé con Pedro Jaime con paso de tortuga, mirada perdida y pensativo. No chocamos porque frené ya que tenía preferencia de paso, raro en él pero es que venía por la derecha.
Nos saludamos y me comentó que cada dos por tres se encuentra que le han cambiado de sección los productos que busca, que donde había los fideos ahora están las anchoas y donde estaban las galletas ahora hay productos chinos. Le dije con la mejor de las sonrisas que seguramente eso era para que quienes ya tenemos unos años hiciéramos ejercicio mental, eso del ‘busca a ver si me encuentras'. Quién sabe, a lo mejor incluso han firmado algún convenio de colaboración con algún centro médico especializado en la reactivación de las neuronas. Debo reconocer que perderse en las callejuelas de ese laberinto, con aire acondicionado a tope y con las altas temperaturas exteriores, es un placer de dioses. Yo suelo abonarme a los congeladores de marisco y mientras visualizo los langostinos y demás, aprovecho para refrescar la parte frontal de mi achacosa carrocería. A lo mejor luego lo pago caro y acabo con un catarro, pero qué quieren que les diga, que me quiten lo bailado. Y al irme me topo en la planta alta semicamuflado entre berenjenas y manzanas con Joan Manuel Serrat, nos sacamos una foto juntos y la verdad es que lo encontré jovial y salado, digo yo que será por aquello de que nació en el Mediterráneo.