Últimamente ha crecido el número de discursos de odio que algunos políticos usan para comprar votos. Parece que no tienen en cuenta las nefastas consecuencias que pueden tener ese tipo de posturas tanto a corto como a largo plazo. En Trump tuvimos un ejemplo clarísimo de esta actitud y aun sufrimos serias consecuencias.
Ya se vio claramente el caso de su discurso de 6 de enero que incitó el asalto en el Congreso. Como consecuencia del asalto cinco personas perdieron la vida. El terror fue grande para muchos políticos refugiados en los sótanos como contó Alexandria Ocasio-Cortez días después. En particular ella pasó mucho miedo ya que recibió mensajes diciendo que iban a por ella. Pero la tragedia no se limitó a lo que pasó aquel día ya que dos policías murieron, uno horas y el otro días después por suicido. No pudieron soportar el fallo en el control y las crítica posteriores. Las consecuencia de todo eso aún siguen ya que continúan las amenazas por parte de los grupos extremistas.
Pero ese no fue el único caso de discurso de odio por parte de Trump. El atacó tanto a emigrantes sudamericanos como a los afroamericanos.
A los emigrantes suramericanos los calificó de "ladrones y violadores" y los trató de manera miserable separando los hijos de los padres problema que aun no se ha resuelto del todo. A los afroamericanos, en particular a los que se manifestaban por black lives matter, los trató de violentos y antifascistas y defendió a los policías que mataron a varios durante las manifestaciones. Pero a estas actitudes aquí ya estamos por desgracia acostumbrados, aunque no por parte de un presidente en activo.
Lo novedoso de Trump fueron sus discursos y tuits de odio contra China que ha desencadenado violencia contra las comunidades de origen asiático en Estados Unidos. Aunque los ataques iban contra los chinos, la mayoría de la gente no distingue entre chinos, vietnamitas, coreanos o japoneses. Esto ha abierto una nueva ola de ataques contra miembros de comunidades asiáticas.
Trump empezó con la cuestión del cambio climático, diciendo que era un "cuento chino". Esta expresión no debe interpretarse en el sentido que lo decimos en castellano. Trump lo decía infiriendo que los chinos lo habían inventado como ataque a la economía americana. Trataban de destruir la industria del carbón y del petróleo. Esto no tiene ni pies ni cabeza, pero siempre hay gente dispuesta a creérselo.
Lo peor vino con la pandemia. Trump acusó a China de crear el virus y propagarlo. Para él, el virus era el virus chino. Nunca dejó de llamarlo así y mucha gente se lo ha creído. Así empezaron los ataques a personas de origen oriental. Está situación ha llegado a su punto máximo con la matanza de ocho personas, seis de ellas mujeres de origen asiático, en Atlanta hace unos días.
No sabemos aun con certeza la razón de la matanza, pero la población asiática ha reaccionado manifestando su miedo por la situación presente. Aunque casi lo más grave de la matanza fue la explicación que dio el oficial de la policía por lo que había pasado. Dijo que la persona responsable del tiroteo, un joven de unos 30 años, había tenido un mal día. La gente se quedó pasmada con esa explicación.
Luego resultó que este policía tenía en Facebook propaganda de camisetas con insultos a los asiáticos. Una situación increíble.
No hay aun cifras oficiales sobre los ataques sufridos por asiáticos. Cuando empezaron los ataques surgió un grupo llamado Stop AAPI Hate (Parad Asian American Pacific Islands Odio). Este grupo ha indicado que desde que se creo en marzo del año pasado hasta febrero de este año han habido 3795 ataques, uno de ellos con víctima mortal. La preocupación y el miedo sigue aumentando.
Lo grave de los discursos de odio por parte de los políticos es que no se sabe hasta donde pueden llegar las consecuencias.
Trump se ha marchado, pero las consecuencias de sus insultos aún siguen.
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