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Susana Mora ha puesto el 1 de mayo en el centro de la diana. La presidenta del Consell sabe que si en esa fecha se consigue que el 70 por ciento de los menorquines estén vacunados contra la covid-19 la recuperación económica será posible en 2021. Si, por el contrario, el ritmo de vacunación no arranca o se ralentiza, la crisis dejará a los menorquines temblando. El vicepresidente de CAEB, José G. Díaz Montañés, también ha marcado esa fecha como objetivo prioritario. Todo el mundo es consciente hoy que si no hay inmunidad, si no hay garantías sanitarias, no habrá temporada turística. Ya no se trata de poner una tirita donde se corre el riesgo inminente de la amputación.

¿Es posible alcanzar ese objetivo del 70 % en el inicio de la temporada? Hay opiniones para todos los gustos, algunas infectadas por la estrategia ideológica. Creo que hay medios suficientes para vacunar al ritmo que haga falta. Con el ejército y los veterinarios si es necesario. El problema es que dependemos de la llegada de suficientes dosis para acelerar el ritmo. Menorca necesita unas 125.000 vacunas para inocular la doble dosis al 70 % de los poco más de 90.000 residentes (el IB-Salut cuenta con 91.143 tarjetas sanitarias activas en la Isla).

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Ya sé que es políticamente incorrecto y puede que algo injusto, incluso una idea inocente, pero Menorca sería el lugar ideal para un plan piloto de vacunación, que permitiera llegar a la inmunidad en el menor plazo de tiempo posible y ver la respuesta de este proceso vital.

Porque el riesgo es pensar que desde la Isla nadie puede hacer nada y solo nos queda rezar para que no se demoren los lotes de vacunas, sabiendo que es muy probable que eso pase debido a la presión mundial.

El Consell, en el papel de liderazgo que le corresponde, no solo debería «acompañar» al Govern, sino ser activo, rodearse de las entidades privadas que representan a la sociedad y presionar para que se nos escuche. Que nos hagan casa. Que no se repita la película que tantas veces hemos visto.