Emily Murphy, la persona encargada de facilitar la transición al nuevo presidente.

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La incertidumbre con la posición de Trump sigue. Está intentando demostrar que es él ganador de las elecciones llevando protestas a los tribunales por supuestos abusos electorales de Biden. No hay pruebas de nada y muchos jueces ya han rechazado sus demandas, pero la comedia sigue. Mientras, está creando toda clase de problemas a través del gobierno para su sucesor. Sigue echando personal que no considera de su confianza, como altos mandos militares y sustituyéndolos por personas leales a su persona, lo que ha causado grave preocupación en el Pentágono.

Trump sigue desmontando las regulaciones para proteger al medio ambiente, ya ha cancelado unas 150 de estas reglas. Ahora y a toda prisa están sacando a subasta los derechos de extracción de petróleo en el Parque Natural del Ártico en el norte de Alaska. Una zona protegida para mantener la fauna de la región que está seriamente amenazada por el cambio climático.

Emily Murphy, la persona encargada de facilitar la transición al nuevo presidente.
Emily Murphy, la persona encargada de facilitar la transición al nuevo presidente.

La persona del gobierno encargada de conectar con el equipo entrante y facilitar la transición, Emily Murphy, se ha negado a reunirse con Biden y sus representantes. Esto puede tener consecuencias muy negativas si Biden tiene que tomar el gobierno sin estar informado de muchos de los aspectos que no son de conocimiento público. Biden ha manifestado que con el problema del coronavirus estos contactos son fundamentales y que está en juego la vida de personas.

¿Cual es la estrategia de Trump en todo eso? Es difícil saber primero si es que hay una estrategia o es un mero pataleo de mal perdedor. También el miedo a ser juzgado y encarcelado por diversas causas que tiene pendientes se puede sumar a su actitud. Lo que si está claro es que va a poner el máximo de trabas al futuro gobierno.

Aparte de lo preocupante que son todas estas actividades de Trump, a mi me resulta aun más preocupante su impacto negativo en la cultura democrática. Una sociedad no es democrática si simplemente se va a votar una lista de nombres cada cuatro años, hay muchas más condiciones para ser plenamente democrática. Una de ellas es la desarrollar una cultura que respete esos valores democráticos.

Para empezar esa cultura implica un sentido de respeto al adversario político que representa a una parte de la ciudadanía. Esto implica una capacidad de diálogo y el poder hacer pactos cuando es necesario para el país. Esas cualidades las encontré desde el principio de mi estancia en USA. Incluso muchas veces algunos de los políticos de un partido votaban en contra de su partido si era lo conveniente para los ciudadanos de los recintos que ellos representaban. La lealtad era primero a los ciudadanos que a su partido.

También ese respeto se manifiesta en la forma de criticar al adversario, sin insultos y con una crítica constructiva. Además se valoraba sobre todo el decir la verdad, mentir era una mancha que te marcaba el resto de tu vida. Evidentemente también es parte de esa cultura el saber ganar y el saber perder. Ese tipo de cultura democrática tristemente no la he visto desarrollarse aún en España.

Aunque en USA esa cultura estaba bastante arraigada, con el tiempo se deterioró algo. Sobre todo con la llegada de Obama, parte del Partido Republicano no se comportó adecuadamente con él. Desgraciadamente no era aceptable para ellos que una persona de origen afroamericano fuera presidente. Pero la situación ha cambiado totalmente con Trump. Su comportamiento ha violado todas las bases de esa cultura de una forma incomprensible.

El comportamiento de Trump en ese periodo, que debería ser de transición, viola todas las normas de conducta de los presidentes en el pasado. Trump miente sistemáticamente, no acepta haber perdido, y hace lo posible para entorpecer la transición. Su conducta va contra la cultura democrática. Es muy preocupante esa situación por el impacto que pueda tener a largo plazo.