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Venga, queridos lectores, todos en pie para dar una ovación cerrada a los habitantes de la pequeña localidad alemana de Ostrizt. Lo explicamos rápido que los caracteres que me da el periódico vuelan y nos quedamos sin espacio más rápido que Rivera sin principios. Pues resulta que la buena gente de Ostrizt, en el estado de Sajonia, ha comprado toda la cerveza que hay en el pueblo para boicotear un festival de neonazis que se celebraba en su ciudad. Unos quinientos cabecitas rapadas, de esos de ideas muy chungas que gozan recordando el Holocausto, decidieron celebrar el día del cumpleaños del genocida de bigote ridículo, el alemán, no el nuestro, en esa pacífica localidad, y los habitantes del lugar decidieron vaciar el pueblo de cerveza para que los energúmenos no tuvieran ni cebada, ni lúpulo con el que festejar sus mierdas mentales. Olé y olé qué alegría de noticia.

Igualito que aquí, que casi todos los medios, y muchas personas, normalizan a los partidos homófobos, machistas, xenófobos, autoritarios, clasistas y nostálgicos de los tiempos oscuros de la dictadura, con la misma tranquilidad, y la rapidez, con la que Clark Kent se pone el traje de Superman. Ya ves tú, al superhéroe le bastan unas gafitas y echarse el pelo para atrás para que nadie le reconozca como hijo del planeta Krypton. No hay superpoder mayor que atraer a la gente a los detalles chorras, mientras por detrás se cuece todo lo gordo. Dicho queda.

De todas maneras no nos tendríamos que poner intensos, ni preocuparnos demasiado por nada. Si hacemos caso a los medios de comunicación antes de que acabe el verano estaremos todos muertos y la especie humana desaparecerá de la faz de la Tierra. Y no será tanto porque Trump se aburra y le dé por tocar el botón equivocado. Ni porque la llegada del 5G cree un caso tecnológico que nos hará implosionar. Ni porque los youtubers e influencers se reproduzcan como termitas y nos acaben devorando el cerebro a todos. El final vendrá por la cantidad de peligros que nos rodean de los que no éramos conscientes hasta ahora.

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Día sí y día también los medios hablan de personas que mueren por la picadura de una avispa asiática maligna y letal. O por el roce con una carabela portuguesa, no estaría mal, además de quitarle plástico al Mediterráneo, preguntarnos por qué este hidrozoo ha llegado hasta nuestras aguas. Si no será la picadura de la mosca negra, escoltada por batallones de mosquitos tigres, que en perfecta formación le van abriendo camino, la que nos mande al más allá, si no está ya parcelado y lleno de muros. Si salimos de todo eso puede que una ‘ameba come cerebros' entre por nuestras fosas nasales y se dé un festín con nuestras neuronas.

Y, en nuestro país al menos, no podemos confiar en las nuevas generaciones porque, oh chorprecha, resulta que no se tienen hijos. Y mira que es raro con los baratos que están los pisos, los grandes sueldos que se pagan, los grandes servicios públicos que no paran de crecer sin sufrir ni un solo recorte, y las bodas tan chulas que echan por la tele.

Así que no veo más salida que mudarnos todos a Metrópolis, y así estaremos protegidos por el hombre de acero… aunque pensándolo mejor nos vamos a Gotham, que es mucho más oscura y como el Joker le tiene pillada la medida al millonario de Batman, el precio de la vivienda es más barato. Además el látex negro siempre queda más pintón que unos calzoncillos rojos por fuera. Feliz jueves, y una cerveza bien fresquita a las salud de la buena gente de Ostrizt.

conderechoareplicamenorca@gmail.com