El juicio del procés empezó el pasado martes. Según lo publicado en prensa durará unos tres meses, en los que es de esperar que el independentismo haga notar su presencia. De momento, lo que ya se puede decir, es que para el traslado les pusieron un autobús de la Guardia Civil nuevo, según dijeron en televisión el pasado 1 de febrero; lo del autobús nuevo ha sido para evitar malos olores, así se dijo en televisión. Empezamos francamente mal, porque vamos a ver ¿acaso esas personas que van a ser juzgadas por lo del procés tienen el pelo tan fino que les puede molestar el olor que soportan otros presos cuando son trasladados para ser juzgados? Por esta trocha se puede llegar a tener que ponerles platos en la mesa de la mejor gastronomía catalana, no fuera a ser que se aprecie crueldad institucional al alimentarlos con rancho carcelario, cuyo origen sea meramente nacional o peor aún, madrileño.
Otra curiosidad, que no lo es tanto, porque por lo visto es habitual en nuestro ordenamiento jurídico-procesal, lo estimo en que los testigos, unos 500, están obligados a contestar y a decir verdad, so pena de incurrir en un incumplimiento que la ley contempla, sin embargo, los acusados pueden negarse a contestar a todas o a algunas de las partes.
Tengo la sensación de que durante los próximois careos que fuerza es que se produzcan, habrá momentos de gran tensión. Además, hay que contar con la novedad de que el juicio está siendo televisado, lo que estimo como un riesgo y no precisamente menor, sobre todo cuando en el horizonte asoman las elecciones autonómicas, municipales y hasta europeas, y pudiera ser que incluso legislativas. Nada de extrañar pues, que algunos lo aprovechen para arrimar granos a su granero político, y como dije al principio la audiencia independentista no va a perder la oportunidad arrimando el ascua a su sardina republicana, permítaseme la metáfora.
Como no puede ser de otra manera dado el asunto que nos ocupa, entre los testificantes habrá nombres sonoros, como los de Mariano Rajoy y algún ministro más de su gobierno, pero quedan rechazados otros por ley, como es el caso del Rey Felipe VI, y parece ser también la del Jefe de la Casa del Rey, porque lo prohíbe el artículo 411 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Tampoco figuran los fugados y declarados en rebeldía, como por ejemplo Carles Puigdemont. Lo de televisar un juicio de esta índole será la primera vez que suceda y que ocupará a los españoles frente a la televisión, bueno a los españoles y a los que no se sienten como tal por su opción de declararse independentistas, y claro, no se puede ser español y a la vez independentista como en aquella canción de Antonio Machín, que se preguntaba «cómo se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco».
Hará falta una buena dosis de mayoría de edad para no convertir este juicio en una telenovela.
Me gustaría saber que piensa Puigdemont y el resto de fugados cuando ven que van a juzgar a doce de los suyos, mientras ellos se refugian en otro país al amparo de leyes que curiosamente les protegen.