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Cómo me reí, te lo prometo, con el esperpento de Balti Picornell en su visita al rey Felipe. Dejando a un lado su estilismo –cada uno viste y calza como quiere- creo que el paripé le salió caro al presidente del Parlament de les Illes Balears. Hizo el ridículo, en el sentido más amplio de la palabra y con todas sus connotaciones significativas. Primero por interpretar a su aire la conversación con el monarca y luego por justificar su ineptitud con sus problemas para entender y expresarse en castellano. Para decir eso, querido, mejor no decir nada.

Si hasta ahora acumulábamos políticos con problemas para entender y expresarse en inglés, ahora también los tenemos con el castellano. Andan, sus colegas de la izquierda progre, encebollados con su cruzada contra el castellano y muy a favor del catalán y supongo que ver a uno de los suyos hacer el ridículo públicamente de esta forma no les importa. Total, no es su Rey, dicen. Ni de los verdes, ni de los lilas y casi casi, ni de los rojos.

Circula por internet una cantidad importante de contenido audiovisual bajo la irónica marca 'This is Spain' y que se burla precisamente de intervenciones y situaciones en las que ha habido algún tropiezo comunicativo. Ahora es el momento de recordarles que el ridículo de Picornell, también se debería incluir en ese material. Es triste que hoy en día nuestros representantes no hablen inglés, pero más triste me parece que no dominen el castellano.

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Porque, digo yo y sin ánimo de ofender a nadie, si nuestro president tiene problemas con el castellano y no con el catalán, a lo mejor lo que necesita es más horas de castellano y menos de catalán, ¿no?

De todas formas, esto es un fallo de protocolo por parte del a casa real, que debería haber aportado un traductor del castellano al catalán para asegurar que el proceso comunicativo fuera correcto y sin contratiempos. Puede, de hecho, que el president se fiase del traductor Google y de allí se viniera arriba asegurando que el rey Felipe II estaba dispuesto a «tender puentes con Cataluña», entre otras cosas.

Pero no pasa nada, un gazapo lo tiene cualquiera. Yo incluido. Y por estas líneas. Aunque la sensación de bochorno y ridículo no me lo quita nadie.