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Al cumplirse mil días de gobierno socialista, aquel primero de Felipe González, los jefes del partido en cada provincia o lugar dieron ruedas de prensa para 'vender' el éxito de la política puesta en marcha.

Las elecciones fueron en la inolvidable fecha del 28 de octubre de 1982 y los mil días se cumplieron tres años después. Los jefes del partido encargados de narrar la buena nueva en Menorca fueron Ramón Sánchez Ramón, delegado del Gobierno, y Tirso Pons, presidente del Consell de Menorca. El PSOE tenía entonces la sede en la calle San Manuel.

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«Menorca ha dejado de ser el último lugar de la tierra», dijo a modo de conclusión Sánchez Ramón después de haber enumerado las acciones emprendidas por el Gobierno. El contexto del acto y el enardecimiento propio del personaje invitaban al uso de la hipérbole, era una manera de decir que, desde el gobierno socialista, Menorca ya no estaba dejada de la mano de dios, pero aun sabiendo todo eso del contexto y los recursos retóricos, la proclama sonó a ampulosa alharaca.

El PSOE ha vuelto al poder justo cuando Menorca tiene la sensación de ser el último lugar de la tierra, un eufemismo que sustituye «el culo del mundo». Tenemos suministro eléctrico a costa de una contaminación insoportable y sin conexión con el resto del mundo, las compañías aéreas, que viven del mercado cautivo de una Isla, nos ningunean, cada vez somos menos y sobre todo menos influyentes en las esferas donde se toman las decisiones para dejar de ser el último lugar de la tierra.

El gobierno de Sánchez se encuentra otra vez con la oportunidad de devolvernos la dignidad perdida. La primera premisa es reconocer que estamos como estamos, muy malitos, para programar la recuperación. La segunda, coherencia y decir lo mismo tanto si se está en la oposición como en el gobierno, es decir, un discurso eficaz y no interesado.