Qué manía se ha creado con la idea de construir los relatos. Ahora que si ETA quiere imponer el relato de la causa política para sus crímenes. Y la réplica: la mayoría de los que despreciamos la violencia del terrorismo no tenemos otra opción que comprar el relato de que no hay perdón porque las víctimas no pueden concederlo y por tanto, incluso sin terrorismo hay que seguir condenando a los terroristas hasta el fin de los días.
Relatos se construyen todos los días y a menudo son argumentarios para imponer una idea por encima de otra. También a nivel local, donde nuestros problemas, por suerte, son de un calado muy inferior a los de ahí fuera.
La carretera general, ese crisol de nuestras personalidades, es un buen ejemplo. Más allá de si una rotonda recibe el nombre de «nudo» si la hago yo (el Pacte) o de «macrorrotonda» si la hizo otro (Alejandre y el PP), hay algo más importante. Las obras de la principal vía de comunicación de Menorca sufren una lentitud injustificable. Se ha antepuesto el objetivo político de la demolición de los puentes de las rotondas soterradas (así las llamaban los técnicos) que la diligencia en el desarrollo de los trabajos. Aquí también la pereza, la incapacidad o el desinterés se disimulan con eficacia si se hilvana un buen relato sobre la protección del patrimonio y la reducción del impacto. Donde se ponga un buen relato que se vaya a hacer puñetas la realidad de las cosas.
Si a usted le preguntan «está de acuerdo en que se reduza el impacto de las macrorrotondas», qué va a decir.¿Que no? Ahora si le preguntan si está de acuerdo en el ritmo de las obras y en el pasaje que ofrece la carretera general a nuestros esperados turistas, qué va a responder. ¿Que sí?
Algunos confunden la diligencia con esa diligencia del oeste, como si en el tiro estuvieran caballos menorquines, que después del primer esbruf, acostumbran a ir muy a poc a poc.