No me codeo a menudo con las langostas, es un manjar que no suele caer en mi plato porque no está al alcance de mi cartera, pero he seguido con interés todo el debate abierto en torno a su muerte, hervidas vivas para conseguir que su carne no se estropee. El método tradicional que ahora está en entredicho. Han sido los suizos los que han legislado al respecto, prohibiendo que la langosta sea arrojada viva al agua en ebullición y obligando a aturdirla antes. También se prohíbe transportar crustáceos vivos sobre hielo o en agua helada para evitarles sufrimiento. A raíz de esta legislación avanzada en bienestar animal, que colisiona con la gastronomía, hay todo tipo de teorías sobre si la langosta siente o no dolor. Hay informes al respecto y no ayudan a calmar conciencias: responden al estímulo dañino, no gritan pero padecen.
Vía libre
Cocina con anestesia
23/01/18 21:10
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