Ángel María Villar arrastra tras de sí, como un estigma, el haber sido un futbolista de pocos méritos. Quizá el más recordado fue el de aquel día 24 de marzo de 1974 en un partido entre el Athlétic y el F.C. Barcelona. No recuerdo ya si fue bofetada o puñetazo a Johan Cruyff, por lo que el árbitro le sacó la roja directa. Han pasado tres décadas de aquella roja para que sea la Justicia quien le haya sacado ahora otra tarjeta, la de los colores de la vergüenza y el deshonor, si lo que se dice que ha hecho es verdad: haberse, presuntamente, pasado al club de los corruptos. Ha sobrevivido a tres papas; puede también vanagloriarse de ser uno de los siete presidentes de federaciones españolas que cobra más que el presidente del gobierno. Una de tantas cosas absurdas de nuestro país. La tarjeta de la Justicia le ha llevado a Soto de Real junto a su hijo y parece que unos cuantos más afines a su modus vivendis. Alguien debería tomarse en serio lo de aumentar el aforo de este centro penitenciario donde últimamente y no se me alcanza el porqué, van a parar con sus huesos lo más florido del golferío patrio.
Així mateix
Como siempre, todo el mundo lo sabía
04/08/17 0:00
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