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De Telmo Rodríguez, voz escuchada y respetada a nivel mundial sobre el vino que se hace en España, me interesa sobre manera el consejo de cuando dice: «hay que limpiar el terreno, sanear la tierra, reinjertar cepas. A lo mejor seis años después haces un primer vino». A lo que yo añado que ni siquiera después de esperar seis años y con una buena vendimia, es sencillo eso de crear un vino de calidad. Conseguir un vino comercial, vale, pero para un gran vino se precisa conjuntar unos cuantos factores imprescindibles y luego dar con ellos los pasos exactos. Infinidad de bodegueros que «han mamado» el oficio en la bodega de su padre o de su abuelo, se morirán de viejos sin haber conseguido acercarse si quiera a una joya etnológica, una obra de arte embotellada.

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No basta con tener una viña y una bodega en plena producción para alcanzar una alta calidad. Para eso el bodeguero deberá, por primera providencia, no tener ninguna prisa. Si tienes prisa estás perdido, jamás conseguirás un gran vino porque el vino está sometido a la irrenunciable exigencia del tiempo. Prisa y buen vino es como pretender chupar y soplar a la vez.

Si distraemos una mañana y tenemos buena y abundante documentación, intentemos recopilar los grandes vinos. Veremos con sorpresa que estos son desesperadamente escasos. Conozco de un auténtico entendido que un día me confesó que sólo consideraba un gran vino la botella que le mandaban del Pomerol francés cada año.