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Compruebo que todavía estamos en el mes de noviembre y como ya hace algún tiempo que vi en el supermercado un rótulo que anunciaba que se aceptaban encargos para «estas fiestas»" le pregunté a mi mujer qué fiestas eran las que teníamos esta semana, o este mes, y me dijo que no, que el letrero se refería a las fiestas de Navidad. Consultado en su momento el calendario resultaba que faltaba un mes y medio para el 25 de diciembre y dos meses para el Día de Reyes. Entonces me puse a cavilar y pensé que menuda previsión, o menuda ilusión, vivir pensando en las fiestas que van a caer dentro de dos meses. Claro que en mis tiempos había quien no salía de casa más que en dos ocasiones, por San Juan y por Navidades.

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Algunos pensarán que exagero, pero aún recuerdo esta frase, proferida después de los fuegos artificiales de San Juan: «Bono, i ara fins Nadal!». Pero estoy seguro que esos no encargaban alimentos de una festividad para otra, entre otras cosas porque nadie tenía congelador en casa y no se habrían conservado. Teníamos neveras minúsculas, en las que todos los días metíamos media barra de hielo que nos dejaba el repartidor en el portal, con lo que no se podía congelar nada. Si alguien se despistaba haciendo la compra en el colmado, a sa botigueta d'allà prop, encontraba el hielo medio derretido en un charco muy poco natural. Pienso que entre poc i massa sa mesura passa y que ni tanto ni tan calvo. Pienso que la Navidad se ha convertido en una ocasión que ni pintiparada para el comercio, que a pesar de las restricciones de la crisis todo el mundo gasta lo que no tendría que gastar, además de engordar lo que no debería engordar, y que pronto las campañas de ofertas navideñas van a empezar, efectivamente, después del solsticio de verano, y van a ofrecerse tantos caprichos inútiles como sentido de la improvisación nos atribuyen a los latinos.

No sé si todo obedece a la trampa de la ilusión o del engaño. De pronto se echa mano del refrán que asegura que por Navidad cada oveja a su corral y todo se resume en vuelve a casa por Navidad, o en compra este perfume y tendrás un aura mágica que te va a servir el mundo en bandeja, o en es el tiempo del amor y la armonía, aunque las guerras y los atentados no se den tregua ni lleguen a creerse lo del Portal de Belén. De pronto proliferan los turrones y las fruslerías de todo tipo, y nos entra una carpanta asesina contra todas las bestezuelas, por mucho que los gallos capones griten que a cada uno lo suyo.