Nada menos que me acuerdo ahora de «La tabernera del puerto», la zarzuela de Pablo Solozábal, y de lo que dice Abel cuando Leandro acude con Marola a buscar un fardo de cocaína: «En la taberna del puerto, desde que no hay tabernera, las horas huelen a ausencia, los hombres, si los hubiera, maldecirían la noche de un sábado de galerna en que un marinero borracho se llevó a la tabernera». Lo he citado de memoria, de modo que puede haber lagunas en la transcripción. Y es que de pequeño escuchaba las zarzuelas que ponía mi padre en una radio gramola y, claro, algunos fragmentos me quedaban grabados en la memoria. Creo que escuchando zarzuelas y sermones en la iglesia fue cómo aprendí castellano, con la ayuda supletoria de la radio y las canciones de «El último cuplé», interpretadas por Sara Montiel. Pero volvamos al puerto. En los años cincuenta se repetía a menudo que la supremacía del puerto de Maó era indiscutible, decían aquello de que julio, agosto y Mahón los mejores puertos del Mediterráneo son, y para evidenciar la presencia del castellano entre los habitantes de la capital menorquina remedaban el habla de la gente de este modo: «¿Que vienes al puerto? Xalarem molt!».
Les coses senzilles
Cena en el puerto
03/08/15 0:00
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