Un amigo tiene que ir a Barcelona, su madre está muy enferma y en unas horas ha de partir. Es un único trayecto, el que une Menorca y Barcelona en menos de una hora, con descuento de residente incluido y Vueling como única opción en estos meses de desamparo (un fuerte temporal mantiene el puerto cerrado así que la opción de las ocho horas de barco también queda descartada). En resumen: el viaje le cuesta cerca de doscientos euros. No puede permitírselo pero menos aún puede permitirse no estar al lado de su madre, así que gasta un tercio de su presupuesto familiar para pasar el mes de diciembre. Sé también de un madrileño residente en Menorca que ha intentado ir a ver a su familia estas navidades. El viaje le costaba no menos de 250 euros -Iberia también manda en esta ruta que se apellida, ironías del lenguaje, servicio público- y ha tenido que quedarse con las ganas. Otra residente en Menorca, viendo los precios, ni se lo planteó (y eso que aún recordaba con nostalgia aquel invierno en el que viajó por 30 euros, ida y vuelta, con Ryanair) y decidió que este año serían sus padres los que vendrían a la Isla, irían todos a algún restaurante, seguro, y se marcharían de aquí con los regalos a cuestas made in Menorca. De paso, pensó, podrían hacer a pie algún tramo del Camí de Cavalls y olvidar por unos días el ruido de la gran urbe. Resultado: 300 euros por cabeza solo en los billetes de avión. Otro plan suspendido: más castillos en el aire.
Vuelvo yo ahora de un viaje y me encuentro en el avión con mi profesor de taichi, que ha ido a Barcelona para seguir formándose con su maestro y así, poder ofrecer aquí una enseñanza cada vez de mayor calidad: el billete le ha costado cien euros con descuento de residente. Tiene dos hijos y una hipoteca y, cada vez, este sacrificio le será más difícil si no cambia la situación de encierro que sufre Menorca. Conozco otro caso (todos los que habitamos esta isla conocemos/somos casos): un menorquín que necesita viajar por trabajo. La empresa de Málaga que le contrata temporalmente le paga un plus de transporte pero él (ni con la máxima antelación en su compra) no puede cubrir ese plus (bastante generoso) y acaba poniendo siempre dinero de su bolsillo. No hay plus que aguante los disparates a los que nos someten los gobernantes ineficaces: en este caso con el conseller Luis Alejandre a la cabeza. En fin, que el menorquín del que hablo ya está planeando ir a vivir (y a pagar impuestos) a Mallorca (desde allí sí podrá volar sin arruinarse). Aquí es inviable: desestacionalizar a los políticos actuales debería ser el objetivo, no lo otro (y ya falta menos para la temporada alta).
Pero ojo, el problema no se queda en los vuelos, aún está la segunda parte: cómo llegar al aeropuerto y cómo salir de él. Si aterrizas en un vuelo más tarde de las 20.55 horas, desde octubre hasta mayo, no hay autobús para llegar al centro de Maó o enlazar allí con otro bus y volver a Es Mercadal, a Ciutadella o adonde sea que una se dirija. ¿Qué hace el ciudadano? En la mayoría de los casos, comprometer a algún conductor amigo o familiar a que haga el doble trayecto, porque dejar el coche propio unos días en el aparcamiento de Aena solo es apto para sueldos de parlamentarios. Conclusión: gasolina y contaminación multiplicadas por cada pasajero. Algo estamos haciendo mal, pero lo estamos diciendo bien: «Lucharé, de manera decidida y contundente, para dar solución al transporte aéreo, será una de nuestras máximas prioridades y tiene que pasar para conseguir que Menorca vuelva a ser competitiva y un destino atractivo. Entre todos, políticos y sociedad, hemos de hacer ver a las otras administraciones que nuestro AVE y nuestras autopistas son los aviones. El transporte aéreo no es un lujo, es una necesidad». Preciosas palabras en campaña electoral de Santiago Tadeo, actual presidente del Consell Insular, cuando optaba a encabezar ese cambio que nos prometían y que efectivamente llegó: un cambio a peor.
Y es que no, el transporte aéreo no es ni ha sido una prioridad para los gobernantes actuales de Menorca y tampoco lo es el transporte público terrestre, prefieren gastar millones de euros en hacer macrorrotondas innecesarias y atentar contra el paisaje de la Reserva de la Biosfera, en lugar de solucionar los verdaderos problemas de movilidad que se encuentran residentes y turistas. Mientras haya vuelos que aterricen y despeguen debe existir la posibilidad de llegar (al menos) a Maó en un transporte público digno (lo otro, poder llegar del aeropuerto a Ciutadella, la otra gran población de Menorca, sería ya del todo revolucionario). Mi viaje, por cierto, fue a Praga, pero esto ya es cosa de otra cita a ciegas: necesito unos días para digerir los puentes (los de piedra, no los de constituciones obsoletas) y todas sus estatuas melancólicas.
@anaharo0