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Ya pasaron las fiestas, a ver qué pasa ahora. Y lo digo, queridos lectores, porque en Menorca lo dejamos todo para después de fiestas.

Ya pasaron las fiestas y el cole llama a la puerta de las familias con hijos. Y llama mal la verdad, y lo hace mal porque los responsables de gestionar eso que ampliamente llaman la educación son más clasistas que Pitita Ridruejo, no les mola nada que los hijos de los currantes obtengan títulos universitarios. Aquí en nuestras islas se complica aún más, porque nuestro presi farmacéutico hizo oídos sordos a la mayor manifestación jamás vivida y sigue empeñado en no dialogar con cualquiera que no le dé la razón en todo. Según ellos el currante, el humilde, el pobre si tuviera dos dedos de frente, que no los tiene por fracasado, apuntaría a su hijo a un taller de reparación de motores, y a su hija a una academia de costura, como su dios manda.

Ya pasaron las fiestas y volar a Madrid nos va a costar una 49% más que a nuestros vecinos los ibicencos. Quizás, y sólo quizás, los que están tan ocupados en rotondas que no alcanzan un consenso amplio en la sociedad menorquina, tendrían que estar a aviones y al precio de los billetes, que en eso sí que coincidimos todos: son un robo a mano armada.

Ya pasaron las fiestas y los hoteleros anuncian que en apenas un mes echaran el cierre, que la temporada no da para más. Como se siga acortando de esta manera acabará siendo un fin de semana largo y con suerte. Se imaginan que ahora empieza a subir el paro porque los precarios del turismo acaban sus contratos, que diría este gobierno y sus magnificas medidas de creación de empleo, ya verán como algo se inventan, un tecnicismo retorcidillo, un par de tertulias compradas a la mayor gloria de los economistas oficiales y serviles, y nos venderán la cuadratura del circulo sin pestañear, a morro no les gana nadie, créanme.

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Ya pasaron las fiestas y el otoño asoma el hocico con su manto tristón. Dicen los sicólogos, y demás profesionales de los asuntos del coco, que octubre es un mes propicio para las depresiones. Se acortan los días, hay menos luz, crisis pos vacacional, vuelta a la rutina, etc. Estas semanas las revistillas se llenan de consejitos a los Bucay del tipo: «mira tu interior y respira por la nariz». Que no se me enfaden los seguidores del terapeuta argentino, pero los libros de autoayuda me deprimen, creo que solo ayudan a quien los escribe y consigue ventas millonarias. Dicho esto, que cada cual busque sus herramientas, faltaría más.

A mí me funciona, siempre que el precio del billete no se dispare, acercarme a Barcelona, al barrio de Gracia, y visitar a Susi y Manel, un matrimonio al que tengo mucho aprecio. Un domingo por la mañana en su casa se convierte en una autentica terapia en grupo, amigos, risas, buena comida y el excelente vermut de Manel, no se puede pedir más.

Ya pasaron las fiestas y ojala que llueva pronto y bien. Que caiga un manto de agua constante y mansa que lo empape todo, que lo limpie todo. Que llueva y se moje el mar ya mojado. Y se moje la arena de la playa, la paredes de piedra, la tierra que pisan las vacas y el asfalto que pisamos los humanos. Que llueva durante unos días para sonreír de nuevo cuando apunte un rayo de sol. Que llueva y se llenen pozos y se limpien mentes. Que llueva como si Menorca se diera una ducha larga y relajada que le haga recuperar su verde intenso y que para todos sea un otoño lo más alegre posible.

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