Querido drogadicto, te pido que tengas a bien dejar de drogarte. Si no lo haces por ti, o por intentar salvar lo que pueda quedar de ti, hazlo por esa madre que te llora, por ese padre que angustiado se pregunta en qué lugar del camino se equivocó para que ahora te hayas enganchado a un veneno que si bien no te mata de golpe si que te asesina lentamente. Querido drogadicto, no te drogues.
Suena estúpido que te lo pida alguien al que no conoces, que nunca ha estado en tú lugar, que nunca ha compartido tus dudas, tus problemas, que no ha cargado contigo el peso que te corroe y que te invita y casi obliga a tomar el camino más fácil. Pero no te drogues. Que no te dé vergüenza pedir ayuda a tu madre, a tu padre o incluso a tus hermanos. No dudes y apóyate en tu mejor amigo que también está sufriendo lo suyo.
Querido drogadicto, no te drogues. Toma una fuerte bocanada de aire puro y fresco, siente como el sol, que por fin se ha decidido, va dorando poco a poco tu piel, derritiendo el hielo de la apatía que crees que te envuelve en la soledad mientras te inyectas una dosis más de veneno. Mientras gastas otro disparo sin éxito en esa especie de ruleta rusa que te regala un rato más de existencia. Disfruta metiendo tus pies cansados de deambular sin rumbo por la vida en el agua todavía fría de cualquier playa de Menorca y dales una tregua. Date una tregua. Porque aunque no te lo parezca, aún estás a tiempo. Puede que hoy sea el primer día del resto de tu vida.
Acepta esa mano amiga que se te tiende y no te preocupes, el ser humano sabe escuchar, sabe consolar, sabe hablar, sabe ayudar y, aunque no lo parezca, sabe perdonar y olvidar. Aprovéchalo como si te fuera la vida en ello. Porque de hecho, la vida te va en ello.
Si todavía, como imagino, no te he convencido, querido drogadicto, y te quieres destruir la vida, hazlo solo. Métete tus jeringuillas y toda tu miseria por donde te quepa. No lo dejes tirado o semienterrado en una playa como por ejemplo la de Mongofra. Porque lo puede pisar cualquiera, como este idiota de la foto que acompaña el artículo y que no tiene ni idea de lo que habla. O peor aún, un niño indefenso que deja volar la imaginación jugando con la arena. Apreciado drogadicto, no castigues a inocentes con tu imprudencia. Si te quieres destruir, lo comprendo, lo respeto, pero hazlo solo.
dgelabertpetrus@gmail.com