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En el año 1989, King Cero dejó de disfrutar de su mayor pasión: ir a la escuela y aprender cosas nuevas. La Junta Militar que gobernaba en Birmania había decretado su cierre. ¿Dónde podía seguir estudiando? Su padre decidió que la mejor solución era ingresar en un monasterio budista. Después de varios años de férrea disciplina y aprendizaje, el joven abandonó el monasterio para ingresar en la Universidad Estatal de Sasana. Fue allí donde surgió la idea que cambiaría el destino de su vida. King pensó que la educación está directamente relacionada con el acceso a los libros. «Si la gente no lee, no puede desarrollar una capacidad crítica y no puede tomar decisiones de manera autónoma», pensó el joven. Poco a poco fue acumulando libros en su dormitorio hasta que consiguió alcanzar los 500 volúmenes. Quería crear un espacio de reflexión y tertulia entre sus compañeros de Universidad. Con el paso del tiempo, la idea de King Cero llamó la atención de Aung San Suu Kyi, figura emblemática de la oposición birmana contra la dictadura militar y Premio Nobel de la Paz. El revuelo provocó que las autoridades descubrieran el «tesoro» de libros que tenía King Cero, se los incautaran y le expulsaran de la Universidad. El monje continuó sus estudio en Mandalay donde abrió «The Best Friend Libray», su primera biblioteca oficial. Durante los años siguientes, recorrió el país fundando bibliotecas similares que facilitaran el acceso del pueblo a la educación. Su participación en 2007 en la «Revolución Azafrán» impulsada por los monjes budistas contra la dictadura militar le obligó a exiliarse del país y refugiarse en Tailandia. Desde que tuvo la idea en la Universidad, King Cero ha fundado 15 bibliotecas en Birmania y Tailandia. Cuando le preguntan por el significado de su apellido, responde que «cero» significa «vacío» y, por eso, «quiero aprender más y más».

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¿Por qué es tan importante la lectura? En los innumerables libros que se han escrito a lo largo de siglos, está condensado todo aquello que nos ha conducido hasta el momento actual. Está reflejada la historia de nuestra emociones, los mayores descubrimientos científicos, las guerras más atroces, las comedias más desternillantes, las pequeñas historias de la vida cotidiana y los grandes momentos que han cambiado el curso de la Historia. Gracias a los libros, progresamos pues –como decía el escritor Emili Teixidor- «nos dan el alimento que hace vivir el cerebro». Gracias a los libros, nuestra vida se enriquece porque vivimos muchas otras vidas. Los enfoques de los personajes que protagonizan las novelas se integran dentro de nuestra conciencia y nos ayudan a comprender mejor a los otros. ¿Quieres experimentar una traición? Échale un ojo a «Hamlet». ¿Una historia de amor? Lee «Plataforma». ¿Aventuras? Léete «El Señor de los Anillos». ¿Te gusta la intriga? Entretente con Stieg Larsson. ¿Quieres saber hasta dónde puede llegar la maldad de los hombres? Mírate la Trilogía de Primo Levi. ¿Te quieres reír un rato? No te pierdas los escritos de Woody Allen. Da igual cuales sean tus preferencias porque hay un libro para ellas.

Sin embargo, los libros no sólo nos divierten (o entristecen). Quizá lo más apasionante de ellos sea, sin duda, su capacidad para construirnos un espíritu crítico que nos ayude a cuestionarnos todo lo que normalmente aceptamos como válido. Ésta es la idea que subyace en la «revolución librera» de King Cero. Acercar la cultura a todo el mundo es ayudar a la gente a construir las llaves que les permitan abrir las cerraduras de todas las puertas cerradas. A través de los libros, adquirimos capacidad para criticar, reflexionar y proponer alternativas distintas a las que nos sugieren (o imponen) otras personas. De esta manera, la lectura no solo constituye un placer, sino un auténtico poder que puede transformar la sociedad. ¿Puede un libro cambiar el curso de la historia? Quizá sea el momento de recordar las palabras de Ana Frank: «Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados».