Soy algo raro. Lo sé. Por ejemplo, les confieso que he venido manteniendo una extraña costumbre que consistía en no acostarme en Nochevieja (Dissabte de Cap d' Any) a horas intempestivas a fin de no levantarme totalmente calcinado a la mañana siguiente. Durante años recientes, el día de Año Nuevo comenzaba para mí a las 8 de la mañana hora en que después de tomarme my early morning tea conducía relajada y lentamente hasta Es Mercadal. Aparcado el coche en la entrada del lloc de Es Peu del Toro me encomendaba a los dioses matutinos y procedía a algo tan menorquín como es subir al Toro a peu.
Ascendía con paso firme y decidido a alcanzar la cima tan pronto como me fuese posible. Incluso me concedía un par de atajos que dificultaban todavía más la escalada. Creo que comenzar el año con un esfuerzo es algo muy aconsejable para trazarte la línea de actuación de los próximos meses. Soy de los convencidos de que sin ese esfuerzo nada se consigue ni nada vale la pena.
Como digo esa costumbre de andar montaña arriba el primer día del año, sana aunque, reconozco, exótica, ha durado varios años. Recuerdo que casi nunca me ha adelantado ningún coche en esos ascensos por el simple hecho de que la sección mecánica de la Isla no está todavía en movimiento a esas horas tan intempestivas de la primera mañana del año.
Al llegar a la cima (¡Ja hem arribat dalt!, me decía a mi mismo mientras intuía que otros, políticamente correctos, dirían aquello tan nacionalista de ¡hem fet el cim! ) me detenía invariablemente ante el monumento al Padre Camps cuya gesta me sigue emocionando y cuya lápida nunca me canso de leer con suma atención y devoción. ¿No es en el fondo un homenaje a la eterna lucha por la supervivencia? Antes de visitar la Iglesia descansaba unos minutos en el patio que la antecede admirando su maravillosa estética y pulcritud (meritoria labor de las franciscanas) que invariablemente te insta al silencio y a la reflexión. Después, continuando mi usual itinerario por ese top of the world menorquín me detenía ante el Cristo de bronce (con los brazos en cruz) levantado en 1925 (creo recordar) en memoria de los menorquines caídos en la guerra de Marruecos. ¡Dios mío, qué triste es la historia!
2 Nunca he sabido por qué la isla goza invariablemente de un tiempo tan espléndido en es dia de Cap d'Any. Es uno de esos días mágicos en que la luz deslumbrante cincela la Isla y te permite escudriñar a placer, desde aquella cima, los cuatros puntos cardinales de nuestra Menorca. Un tiempo también en que, tornándote previsor, te alientas a planificar y concretar tus proyectos para el año que comienza. Después, y acabado ya el listado de buenas intenciones, comenzaba el descenso, otra vez a pie, y era cuando ya me cruzaba con los primeros coches que subían a esos feligreses pioneros que atenderían la primera misa del año.
Pero todo esto se ha frustrado este año. He fallado. He incumplido mi particular tradición del primero de año. La culpa no fue del cha-cha-chá sino de un retraso inexplicable en el local donde acudimos a celebrar Fin de Año. Eso retrasó casi una hora y media la rentrée a casa y rompió el horario previsto. Pero al menos y por suerte, lo que no logró fue imposibilitar la ejecución de la segunda parte de mi acostumbrado programa matutino para ese día de Año Nuevo: tomarme una maravillosa copa de champagne acompañada de frutos de mar del puerto de Mahón mientras junto a la Filarmónica de Viena, acudo fiel a mi cita anual con el bueno de Josef Strauss. El año próximo elegiré un restaurante que sea más puntual. Feliz Año Nuevo.
Notas:
- Parece que la aparición del Foment Cultural de ses Illes Balears ha puesto de los nervios a quienes no soportan que otros defiendan otras derivaciones culturales diferentes a las que ellos han dictado como inamovibles durante años. Son los mismos que maniobran constantemente para degradar, diluir o anular la personalidad de nuestras islas Baleares.
- Respuesta a varios: Para mi el castellano no es una lengua enemiga. Mi tierra es Menorca, mi nación es España, mi cultura es la europea y mi proyecto es entender el mundo. Cuando se me permitan utilizar las características lingüísticas menorquinas publicaré, cuando lo crea oportuno, en mi lengua materna. Gracias a todos y especialmente a los cobardes que desde el impune anonimato me denigran. No saben lo que me animan.
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