Miren vuesas mercedes a este humilde servidor, quien fuera en otro tiempo: rudo labriego, fiel escudero y gobernador escarmentado de la Ínsula de Barataria. Corrí aventuras y desventuras sin cuento, acompañando al famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Pues lleno iba siempre, mi señor, de nobles ideales, fantásticas elucubraciones y otros disparatados pensamientos. Y sin querer poner los pies en el suelo, dábase de bruces, las más veces, contra la terca realidad. Que por mucho que nos queramos alejar de ella, acostumbra a venir al fin, rauda y veloz, a nuestro encuentro...
Sigo lleno de asombro al ver que, tras siglos de infeliz andadura, no hemos hallado todavía vacuna efectiva contra la estupidez humana... Algunos hay que paran el reloj y creen así detener el tiempo; otros tropiezan dos o más veces con la misma piedra; y a los pobres, les toca siempre bailar con la más fea. Se lleva un tipo de razonamiento que transmiten a distancia curiosos aparatejos: es muy ocurrente, pero demasiado escueto para mi gusto. Mas la primera impresión es la que cuenta. La convivencia sigue siendo harto frágil y la memoria, cuestión de gigas. Hay países donde prima la disciplina por encima de la libertad. Y otros, donde la exacerbación de la libertad hace imposible cualquier disciplina...
Los idealistas se desearán un feliz año nuevo, pero los escépticos, como yo, nos conformaríamos con andar «mejorando lo presente».
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