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Los dirigentes socialistas han acudido este fin de semana a una cita en Madrid para sentar las bases de una nueva etapa que permita salir de la travesía del desierto iniciada con la severa derrota cosechada en las generales de noviembre de 2011 y la mayoría absoluta del PP.

La tormenta de ideas, que según la secretaria general del PSIB-PSOE, Francina Armengol, «constituye el punto de partida de un partido y un de proyecto que está cambiando» ha hallado su contrapunto en el incómodo debate sobre la sucesión interna. Una conferencia política en la que se han admitido errores, desde la autocrítica de aquello que no se llevó a cabo y lo que se hizo mal. En un país que ha despreciado las ideas porque ha valorado más los rostros, los eslóganes y la fotogenia -el marketing, en una palabra- el interés se centra en quién conducirá este «nuevo» proyecto socialista. Primero, a nivel nacional, con un Pérez Rubalcaba hipotecado por el pasado del PSOE; pero también en Balears y en Menorca, donde el electorado socialista precisa referentes y mensajes claros. Que logre hacer sombra al PP es otra cuestión, ahora el PSOE precisa redefinir un espacio propio, sólido y creíble. Volver a empezar.