Entrar en un mercado y percibir el olor que desprenden los mejillones frescos, seguramente recién cosechados, me transporta a mi niñez, en la que llegaba a distinguir si los mejillones que mi madre preparaba para una cena de verano los habían comprado directamente a «la RosalÌa», que tenía sus bateas propias en el puerto.
Como esta vivencia podría contar mil en forma de batallitas, algunas de las cuales ya saben de memoria mis hijos y sobrinas y espero poder contarlas a mis nietos cuando sea el momento.
Me encanta compartir mis experiencias y especialmente aquellas que han dejado una huella significativa en mi vida, pero no dejo de reconocer que hay una parte egoísta en ello porque, si en algún momento me fallase la memoria, confío que entre todos me las vuelvan a contar y poder revivir las emociones que sentí en su día y vuelva a conectar con mi vida.
¿Quién no ha sentido emociones o recuerdos al percibir un olor, ver un paisaje, sentir un sabor o encontrar a una persona con un parecido extraordinario a alguien conocido?
Estos estímulos nos producen una reminiscencia de nuestra vida. Cuando nuestra memoria se funde, cuando llega un momento que recordar lo que nos acaban de decir es algo más que imposible, revivir en nuestra memoria ciertas situaciones es fundamental para seguir viviendo en paz aunque sea refugiados en nuestros recuerdos más remotos. ...estos son los últimos que perdemos.
Hace unos dÌas, visitando un centro donde residen algunas personas con problemas de demencia, hablaba con una persona de Eivissa. Un residente, que estaba paseando a nuestro lado y que padece una demencia bastante evolucionada, que entre otras cosas le impide mantener conversaciones fluidas y coherentes, se volvió hacia nosotros diciendo «... Yo estuve en Ibiza y fui para arreglar...» Y siguió el relato contándonos el porqué de su estancia en aquella isla y a lo que se dedicaba. Acabada la conversación, sus cuidadores me confirmaron que lo que me contaba era cierto. ¡Era ingeniero!
Su cara de felicidad y su relativa fluidez viendo el reencuentro con su vida, me emocionaron.
Esta reciente experiencia y muchas otras que podría contar me anima a escribir este artículo con motivo del día dedicado a las personas que sufren de Alzheimer y otras demencias, celebrado hace unos días.
Así quiero resaltar la importancia que tiene el hecho de que cuando alguien está iniciando un proceso de este tipo, aprovechemos para recuperar su historia de vida, conocer cuáles han sido sus momentos alegres, sus aficiones, sus gratas experiencias... También es importante rescatar las malas, lo que le produce dolor, aquello de lo que no le gusta hablar, aquello que le ha hecho sufrir. Esta información nos podrá servir más adelante para ayudarle a conectarse con las emociones de su vida y, a la vez, quienes no le hayan conocido saber quien es realmente.
Para los profesionales ésta es una gran herramienta de trabajo. El conocer la historia de vida de una persona a ser posible ilustrada con fotografías y objetos personales representativos, enlazados con el relato, sirve para identificar estados de tristeza, evitar situaciones que generan transferencias negativas y poder compensarlo mediante los buenos recuerdos que generan emociones agradables.
Para trabajar las historias de vida es importante y muy útil utilizar las imágenes más significativas de las personas que pretendemos estimular. Un momento fundamental para trabajar en reconstruir la historia de vida de una persona es cuando su proceso de demencia se encuentra en estadios iniciales pudiendo así, usarla con ellos para su atención en el futuro. Recabar estas historias entre varias personas simultáneamente constituye un ejercicio muy enriquecedor tanto para ellas, como para los propios profesionales.
Atender y cuidar a personas con alzheimer u otros tipos de demencia no es tarea fácil, pero seguramente si aplicamos distintas técnicas combinadas junto con los tratamientos farmacológicos cada vez m·s avanzados, podemos facilitar esta tarea y proporcionar un mejor bienestar, especialmente cuando se trata de fases más avanzadas donde la comunicación a través del diálogo se hace más complicada.
La historia de vida es una herramienta que puede facilitarnos este cuidado desde el inicio. Usémosla.
Cuéntale su vida cuando no se acuerde de nada.
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