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Pregunta: ¿Es nuestra isla una tierra propicia para enrocarse en el error consolidado? Me refiero, claro, al error inducido e interesado. Respuesta: Bien pudiera ser a la luz de los hechos de las últimas décadas. Veamos. Se suponía que el Estado de las Autonomías nos aportaría un mayor grado de felicidad pero la cosa, evidente es, no ha resultado. No ha cuajado popularmente porque la realidad no ha superado la ficción prevista por soñada. La prueba del algodón está en la celebración del Dia de Balears, el 1 de marzo. ¿Quién la celebra, aparte de los políticos que viven del tinglado? "Nobody" (nadie). Es una festividad ficticia, falsa y ortopédica que nadie siente como suya propia. Pero ¿cómo puede sentirse como propia si se ampara en un Estatuto que no votó directamente el pueblo balear y que asegura, ("!jo,jo¡ Qué risa tía Felisa") que nuestra lengua es el catalán estándar. Naturalmente, la tontería no cuela. La cosa no se siente como propia. Un error consolidado.

Muchos piensan que la grandiosa declaración de la Reserva de la Biosfera, esa cosa que no ha traído ningún beneficio palpable a Menorca ya que solo derivó en el PTI y en todas las prohibiciones adjuntas que han amargado la vida al pueblo menorquín durante dos décadas, es otro error. Un yerro que, además, trajo la degradación de nuestro antiguo Camí de Cavalls, un lujo isleño cuyo uso moderado iba de la mano de ancestrales contraseñas entre conocidos y que, así, se había mantenido virgen durante siglos. Su destrucción, ya imparable, la han propiciaron los demagogos activos.

Lo mismo pasa con las playas vírgenes cuando hace ya varios años fueron desvirgadas salvajemente por la masificación decadente de unos "gili-cocks" que se creen que efectivamente se van a bañar en una playa virgen cuando están rodeados por tres mil pardillos más.

Otro error es la masificación de nuestras fiestas patronales inducida por los tontos contemporáneos del lugar. Son ya muchos los menorquines adultos que ni se acercan a esta especie de orgía alcohólica permitida, publicitada y alentada por la autoridad competente. (¿Por qué el Ayuntamiento de Mahón incentiva el alcoholismo infantil repartiendo botijos de vino peleón a niños de cualquier edad en las fiestas de su ciudad? Un Ayuntamiento responsable lo prohibiría). Casi todas las fiestas han perdido buena parte de su "feeling" local, de su esencia de arte festivo del noble y pacífico pueblo menorquín. Su promoción exagerada las ha devaluado.

Y finalmente ahora, y después de todos estos errores ya consolidados, vino y parió la abuela. Parece que la nueva bienaventuranza para la Isla es abogar por la declaración de Menorca como Patrimonio de la Humanidad. Eso suena cojonudo, hay que reconocerlo. ¡Jolines, qué bien ¿no?!: convertir a los menorquines en una reserva de humanos está bien. Los del ombligo pensarán, incluso, que nos es lo propio. Pero si siendo ya Reserva de la Biosfera (una zona bien definida de la estratosfera) hemos alcanzado el nivel de pobreza actual ¿qué no lograremos cuando nos "patrimonialicen"?

Porque ¿sabemos dónde nos metemos realmente? Una designación como esa encorseta y delimita la economía del lugar. Aparte del coste inmenso ¿no será en el fondo una nueva argucia para aprobar otro PTI-bis (ya que la idea original salió de los que habitan la "tanca", no lo olvidemos), para proteger a todos los círculos adyacentes "ad infinitum" de los monumentos (más de 1.600), es decir a toda la Isla?

Muchos creen que Menorca no necesita ya más prohibiciones, ni más normativas, no necesita más informes medioambientales (esas guillotinas que lo paralizarlo todo). Como diría Clint Eastwood: "¡Menorca necesita acción, baby!". Nuestra isla requiere de valientes e inmediatas derogaciones de normativas, trabas y encorsetamientos absurdos. No necesita añadir más. Tampoco necesita mentalidades que quieren prolongar la baja Edad Media. Hacen falta políticos "amb empenta". El Consell debería ser como un director de cine que ordenase "!Acción!" y comenzara el rodaje. Basta ya de errores. Acertemos por una vez. "Fotre de pop".