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La verdad, es que se hace difícil despedir a uno más de los voluntarios que han contribuido a recuperar el Hospital de la Isla del Rey. Paco Caules fue uno de ellos, a pesar de la dificultad de ser uno de los menorquines más errantes que he conocido. Cartearse o aceptar una donación en cuenta corriente procedente de Ban Chang allá por Tailandia, no es sencillo. Pero Paco siempre tenía como referencia a su Menorca natal. La tuvo cuando vivió en Barcelona; la tenía desde hace veinte años desde su alejada y querida Asia.

El correo electrónico nos mantenía cercanos y nos preocupó su reciente silencio. Cumplidos los ochenta, su corazón dijo basta. Quizás porque lo puso demasiadas veces a prueba durante su vida. Si yo tuviese que resaltar una condición de Paco diría que era "todo corazón".

Nos lo dio desde un principio sin condiciones. Sonriente, animoso, siempre aportaba ideas, algunas veces críticas, pero sobre todo ilusiones. Frank y John le acompañaban, testigos de la nueva vida que había emprendido, muy lejos de la tierra que le vio nacer.

Dos detalles poco conocidos reflejan su carácter.

Uno, la cartografía sobre Menorca que depositó en el Museo de la Plaza San Francisco. Viajaba por el mundo con la obsesión de encontrar referencias a su Isla. Y lo depositó en ella, en su mejor Museo, como celoso guardián de su historia y de su esencia multicultural. El legado debía quedar en casa.

El otro detalle es más cercano a nosotros. Quiso llevarse de la Isla del Rey semillas de "rapa mosquera" para plantarlas en su tierra de adopción. Como saben esta planta con nombre científico horrible –"Drancúnculus muscivorus"- solo aparece en islas del Mediterráneo Occidental, y es una especie de lirio atrapamoscas al que acuden atraídas por un olor parecido al de la carne podrida; las moscas a su vez alimentan a las "sargantanas", que cierran el ciclo diseminando más semillas entre sus excrementos. Indiscutiblemente un bello ciclo. Pues bien, Paco nos dijo que en Tailandia habían prendido muy bien. Lo que no sabemos es si había algún invertebrado que cerrase el ciclo, ni si las moscas Asiáticas tenían los mismos gustos que las del Puerto de Mahón.

Con su sonrisa abierta me diría: "mira que siempre pides más (omito el taco que realmente diría); no podía llevarme sargantanas en un viaje de 12 horas de avión".
Reposarás lejos, querido Paco, pero mientras vivamos los que seguimos, estarás muy cerca.

El próximo domingo día 15 en la Isla del Rey , en un rincón entrañable que tu bien conocías, nos reuniremos en silencio recordándote. Poco podíamos imaginar que Ban Chang y la Isla del Rey pudiesen estar tan cerca. Es gracias a ti, querido Paco Caules.