02/07/13 0:00
No es siervo de lo políticamente correcto. Habla con la libertad y la autoridad de quien se ha labrado su presente, su fortuna. Y nos ha cantado unas cuantas cosas claras, como que confiamos demasiado en que la Administración resuelva nuestros problemas; que nos enredamos en debates estériles, como el de la lengua, condicionados por nuestra historia; que el mundo real está muy lejos del que se enseña en nuestras universidades; que gobernantes y profesores adolecen en demasiadas ocasiones del contacto necesario con la calle, con la realidad. O que la primera lección a aprender cuando se trata de negocios es que no siempre el precio de algo es el valor de algo.
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