Seguramente hay pocas disciplinas como la Pedagogía en las que uno puede escuchar una cosa y la contraria como si fueran certezas incontestables. Ante este desconcierto los legos en la materia no sabemos a qué atenernos mientras escuchamos todo tipo de chácharas sobre el fracaso escolar y vemos como cada nueva ley educativa parece que contribuye a empeorar el panorama y a causar más malestar entre la comunidad educativa.
La nuevas tecnologías han cambiado tan radicalmente nuestra existencia que todo el mundo opina que deben entrar en el aula pero nadie sabe bien cómo. Así hay quienes opinan que como a través de Google se puede encontrar cualquier dato ya no hará falta enseñar conocimientos sino únicamente enseñar a pensar. Otros, en cambio, recuerdan que la memoria, tan desprestigiada en la última mitad del siglo XX, especialmente en España, donde se quiso asociar al franquismo, es una facultad indispensable para poder pensar y conversar.
Una corriente dice que en lugar de libros y pizarras hay que utilizar tabletas. Sus adversarios alegan que los chicos aprovechan así para conectarse a su Facebook y desconectar de todo lo demás.
Algunos educadores defienden los deberes en casa y otros los atacan.
Unos piden más asignaturas y otros menos. Algunos quieren rebajar el nivel y los de al lado piden subirlo. Unos abogan por enseñar en más idiomas y otros opinan que es una barbaridad.
Y así, como se decía antes, cada maestrillo tiene su librillo y los padres y madres, mil y una dudas.
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