Suele ocurrir -lo sabes-, y con frecuencia, que las formas (su poca inteligente elaboración) desdicen -y hasta desacreditan- el fondo. Algo parecido ocurrió con el último concierto del "Grupo Filarmónico" de Maó ofrecido el pasado día 29. El mensaje que se intentó transmitir (y que podrías suscribir con facilidad) se malogró en su totalidad por la triste metodología utilizada. No era el acto, ni el día, ni el lugar adecuados para montar lo que ahí se montó y que resultaría difícil de calificar o clasificar. Se puede recurrir, como excusa, a la necesidad de ser tolerantes. Pero la tolerancia se cimienta sobre el respeto, ese que -piensas- brilló por su ausencia. Se trataba de un concierto sacro, en un Viernes Santo y en un lugar de culto. Se conmemoraba la muerte de Cristo, figura a la que se puede uno acercar desde la fe -éste sería tu caso- o desde el ateísmo. Desde ambas posiciones, sin embargo, se confluirá en el hombre que, de manera más contundente y desgarradora, se aproximó a los desheredados de la tierra, a los débiles, a los marginados, a los pobres… ¿Se merecía, por tanto, tanta desconsideración?
Contigo mismo
Reflexiones en torno a un "concierto"
02/04/13 0:00
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