La primavera de 1981 vi quemar el remolcador nº 1 de Transportes Militares, fundándose Amics des Port. En mi cabeza bullían infinidad de trabajos por realizar, todos ellos dirigidos hacia un mismo destinatario, mi puerto de Mahón. Una prevalencia, debía encontrar a la familia Cardona. Sus parientes de Mahón hacía tiempo habían perdido todo contacto con ellos. Estaba a punto de editar una pequeña historia del ir y venir del puerto mahonés. Los Astilleros Cardona fueron els mestres d'aixa . Tan solo ellos podían explicarme como se gestó aquella idea, diseños, trabajos, precios, fechas.
Aprovechando las fiestas de la Virgen de Gracia, me trasladé a Barcelona. Al segundo día de recorrer el puerto barcelonés, de cabo a rabo, cuando ya tenía asumido que no iba a encontrar a la sexta generación de los Cardona, gracias a una anciana que estaba con los pies en remojo en el Moll de la Fusta, logré mi propósito. Fue mi hada madrina, todo pura casualidad, después de hablar un rato con la anciana y preguntarle, fue mi tabla salvadora la que me llevó hasta aquel destartalado rincón, encontré a "els mestres d'aixa. Pues claro que sí, la anciana conocía a Narcís, lo había visto nacer, me facilitó toda clase de detalles. A partir de ahí, todo fue fácil, a la vez que laborioso.
La suerte estaba de mi lado, logré mi propósito. ¡Aleluya¡ El individuo en cuestión se llamaba Narciso Cardona Griera. Serían las cuatro de la tarde bajo un sol de justicia, me presenté en su casa sin avisar, ni un cap de llamp. Fui muy bien recibida y la primera charla duró hasta bien entrada la noche. Narcís Cardona hablaba y explicaba y volvía a repetir, pero a mí no me importaba, lo importante era haberlo hallado. Nos reunimos dos tardes más, tomando apuntes y las dos mañanas recorriendo el Museo Marítimo, junto a su director don José Maria Martínez Hidalgo, buen amigo de Narcís. Regresé con toda clase de apuntes, fotos, planos, pero me faltaba lo principal, coraje para publicarlo, no me encontraba preparada para ello. Eran mis inicios en el "Menorca", me faltaba coraje, desprenderme de la coraza llamada timidez, como dicen los pilotos mi primer bautismo del aire.
Nadie mejor que Juan C. de Nicolás, periodista experimentado en el tema, que me tendió su mano, publicándolo en las páginas centrales del "Menorca". El resto de datos quedaron en la misma carpeta que viajó aquel verano del ochenta y uno. Esperando un mejor momento. Después de treinta años, creo que ya va siendo hora. Hoy viernes, he decidido que se aireen y así se hará.
El iniciador de la saga de los Cardona fue Pedro Cardona Cardona, nacido en 1751 en Ciutadella, hijo de Pedro y Josefa. Falleció el 12 de marzo de 1813. Desde niño, con tan solo 13 años ya ayudaba en los trabajos propios de calafatear, recorrió diversos talleres de ribera de su pueblo natal, aprendiendo el viejo oficio y manejo de "s'aixada", herramienta de los constructores de embarcaciones. Pedro, deseoso de prosperar, dejó su pueblo y vino a vivir a Mahón donde se encontraba el oficio en auge, estableciéndose por su cuenta en 1811. En los documentos consultados en los archivos me encuentro que había sido padre en 1790 de un hijo llamado Gabriel Cardona Pons, fallecido en 1838, el cual había seguido los pasos de su padre desde su más tierna edad, en que los niños habitaban los talleres del puerto. Practicando en los mejores talleres, hasta que se decidió por montar su propio magatzem, siendo uno de los primeros que introdujo maquinaria para "alleugerar sa feina des homos", algo que le valió infinidad de contratiempos entre los antiguos maestros. Entre sus trabajos mas destacados se encuentran, La Virgen del Carmen, San Pedro, la Teresa María, La Pequeña Ciudadela, La Plana y La Mola, entre cantidad de "llaüts" y pequeñas embarcaciones de pesca.
De uno de sus hijos, ya tercera generación, Gabriel Cardona Petrus (1820-1882), continuador de su padre y abuelo paterno, poco se sabe, tan solo que fue el constructor del jabeque Ciudadelano. Dejó la Isla en busca de nuevas formas de trabajar la madera, de construir lo que siempre había visto y aprendido de su familia, despidiéndose de los suyos para establecerse en Barcelona, desde donde le habían llegado noticias alentadoras para el mismo. Al continuar su devenir por la vida, observó que debía regresar a Mahón, donde fue padre de Miguel Cardona Mir, el primer maestro de ribera mahonés, cuya fotografía se encuentra expuesta en una sala del Museo Marítimo barcelonés (en estos momentos cerrado por estar en obras).
Miguel Cardona Mir, nació el 10 de septiembre de 1846 en Mahón. Siguiendo la línea familiar, sus primeros juegos fueron hacer barquitas de corcho que lanzaba al mar, muy pronto sorprendió a todos con sus primeros trabajos y manejando toda clase de herramientas, a la vez que sabía interpretar lo que se podrían llamar planos, que no eran otra cosa que las consabidas maquetas.
Por aquel entonces su padre disponía de unas dársenas muy cerca de lo que hoy es la Estación Naval, a la vez que viajaba constantemente a Barcelona, montando los Astilleros Cardona. Corría el año 1860. Situados en el Paseo Nacional de la Barceloneta popularmente conocido por Moll del Rebaix, que ya estaban establecidos desde 1851. Fue con el propietario de la misma que se unió en sociedad. Nueve años después adquirió la otra mitad del negocio.
Según me señalo Narcís, llegó a tener 50 hombres y cantidad de maquinaria, para él era imprescindible. Me continuó dictando, los trabajos más destacados, las carabelas de Colón, La Pinta y La Niña, El Nuevo Ciudadelano de 120 toneladas, encargo que recibió de los Estados Unidos.
Copio textualmente de un trabajo publicado por Llum Torrentes i Jordi Montllò, los siguientes trabajos efectuados por Miguel Cardona, que por cierto algunos de ellos no me citó el señor Narcís:
"Una bribarca, 4 barcasses per a càrrega en el port de Barcelona, de 300 tones. Reparacions en els vaixells transatlàntics de la Companyia Pinillos y Compañía Transatlántica Española. Embarcacions a vela i motor. Dos bergantins rodons de 120 tones. Va transformar 2 vapors, L'Europa i La Chica de 1.000 i 4.000 tones respectivament", y tres embarcaciones muy importantes para el puerto barcelonés, como fueron las mismas destinadas al salvamento de náufragos.
Una de las anotaciones que tomé de Narciso Cardona Griera, haciéndomelas escribir en mayúsculas para que lo tuviera presente, fue que su abuelo fue el primero en montar lo que en 1876 se conocía como clubs flotantes que pasarían a ser los Clubs de Regatas o Marítimos. En una anotación pude leer textualmente: Entre 1882 y 1887 construyó el edificio flotante, encargo del Real Club Náutico y del Real Yatch Club.
La quinta generación correspondió a Miguel Cardona Joseph (Barcelona 6 de agosto 1881 - 1 septiembre 1936) continuador de los anteriores Cardona, aprendiendo el oficio en la infancia. Llamándome la atención como hablaba Narciso de su padre, el había sido el más comercial, el que se trasladó al final del Paseo Nacional, bajo el nombre de Astilleros Cardona, uniéndose a un prestigioso mecánico, ampliando la sección mecánica conocida por Ferrer de Ribera, convertida en sociedad anónima por un espacio de cinco años hasta 1920, convertida en Astilleros del Mediterráneo S.A, un año después. El 15 de julio se disolvió, retomando el primer taller, con nuevas secciones, calderería y electricidad, siendo uno de los más importantes en el ramo.
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