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Todo transcurre dentro de lo políticamente correcto dentro de esta gran familia. Sin embargo ésta no es como todas las demás, ya que son nada más y nada menos que 18 las bocas a alimentar. Dos de ellas son las del matrimonio feliz: ella, (Amparo Soler Leal) ama de casa hasta el fin de los días y él, (Alberto Closas) un pluriempleado a destajo que llega a fin de mes con algún que otro apuro. Después nos queda el buenazo del abuelo, interpretado por José Isbert y como no, los 15 retoños. Sin olvidarse del gran José Luis López Vázquez, padrino de los vástagos, y culpable de buena parte del humor que emana la cinta.

'La gran familia', "blanca" como ella sola, tira de buenas maneras y se apoya en una sanísima simpatía para contarnos la odisea de convivir 18 personas en un mismo piso en la capital española. Y aunque hoy por hoy apenas se recuerdan las peripecias por las que pasaba esa familia supernumerosa en aquellos años, una se queda con el incuestionablemente espíritu risueño y optimista de un generoso núcleo familiar unido ante las adversidades.¡que emoción recordar la célebre secuencia en la que un grandioso Isbert busca desesperadamente a su nieto ¡¡¡Chenchooooooooooo!!!) entre el gentío y las luces navideñas de la Plaza Mayor madrileña entre figuritas de belén, entre ellas el buey y la mula.

En su último libro, 'La infancia de Jesús', el Papa Benedicto XVI asegura que en la Biblia no se detalla que hubiera animales en el pesebre en el nacimiento de Jesús. En concreto, el Pontífice cita los evangelios de Lucas y Mateo, en los que efectivamente no hay mención a los rumiantes, pero esa puntualización no ha sido recibida como una "orden estricta" por la cristiandad, sino como una "sugerencia". De hecho, los especialistas aducen que "muchas de las escenas que se recrean en un belén no son un reflejo exacto del Evangelio".

La imaginaria es fundamental y lo que es el pesebre es una expresión plástica de la imaginaria cristiana en la que el pontífice romano nos introduce de manera magistral. Claro que no había buey y asno, ni sol ni luna ni estrellas en la gruta. Nadie ha podido leer nunca en los evangelios de la infancia de Jesús ninguna referencia a esos célebres animales, la mula y el buey, sin los que -justo es reconocerlo- nuestros nacimientos perderían no poca gracia. Como nadie puede, con los textos en la mano, afirmar que los de Oriente son reyes, ni que uno de ellos era negro, otro rubio y otro más o menos albino.Parece que ni eran tres, ni eran reyes. El Evangelio de Mateo -el único que se refiere al episodio- habla simplemente de magos, sin decir nombres. Lo que sí se dice es que ofrecieron oro, incienso y mirra, y de ahí que se haya dicho que eran tres. Y nadie puede hacerlo, por la sencilla razón de que esos elementos están ausentes en los textos. También suele haber un río, que no existió tampoco en la ciudad de Belén de hace unos 2.012 años, ni siquiera ahora.

A tan solo unos días de Navidad, a muchos les asalta la duda: ¿debemos seguir guardándole su sitio en el portal a la mula y al buey? La tradición manda que el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, en los hogares españoles se empiece a colocar el Belén navideño.. Pero, ¿qué figuras tienen que figurar en estas representaciones?

El trío que forman la Virgen María, San José y el Niño es "lo único intocable" a la hora de hacer una representación belenística. En palabras del doctor en Sociología Alejandro Navas, de la Universidad de Navarra, "el Tercer Misterio, el del Nacimiento de Jesús, es el núcleo básico e invariable de un belén"; el resto de elementos "dan de sí todo lo que imagine el arte popular" en cuanto a escenas, materiales y colorido.

Ese "abanico de posibilidades" para hacer una representación es precisamente uno de los motivos por los que la tradición belenista en España "está en uno de sus mejores momentos", según el profesor Navas. Muchas veces los belenes se enriquecen con aportaciones muy distintivas de cada zona, "desde vestidos y oficios de la región a personajes propios, como el 'caganer' catalán", añade.

Pues he aquí que, publicado el papal libro en castellano, a penas transcurridas unas horas, la maquinaria mediática se pone en marcha para pregonar a los cuatro vientos que el Papa "se carga" al buey y la mula -dos por el precio de uno- en su nuevo libro sobre Jesús. : "El buey y la mula en el paro", "El Papa desmonta el belén", "Nos han quitado la mula y el buey", "La mula y el buey, desahuciados del belén", "El buey y la mula impostores en el belén","el buey y la mula no dicen ni "mú", etc.

Hay que ser serios, ir al grano, leerse el libro, y no quedarse en lo trivial, buscando titulares para vender. Ni importa nada si había animales en la gruta del nacimiento de Jesús, ni si los que fueron a adorar al Niño eran o no reyes. Sí, que reconocieron la divinidad del recién nacido y se postraron ante Él, adorándole, que es lo esencial.

Porque "entre un buey y una mula Dios ha nacido y en un pobre pesebre lo han recogido. Ay del Chiquirritín del Chiquirritín nacidito entre pajas, Ay del chiquirritin queridi, queridito del alma!"