He tenido la suerte de compartir con gente joven a la que aprecio sus experiencias y sus proyectos de futuro. Me han dado una lección de realidad.
Jóvenes que tienen muy claro que los cambios que se están produciendo serán largos en el tiempo, que eso de que la crisis pasará es un cuento chino que no se tragan, que poco pueden esperar de los que gobiernan porque poco les van a facilitar las cosas, que no renuncian al compromiso social pero tienen muy claro que necesitan usar su imaginación y ponerse en valor para burlar la pobreza, para vivir con pasión y por lo tanto con dignidad.
Jóvenes que han comprobado que lo más que pueden conseguir si no rompen las inercias es un "mierdajob": un curro de marca blanca mal pagado y peor reconocido por el cual deben dar además las gracias. Curros rastreros y humillantes donde no se va a reconocer su esfuerzo, su formación, su capacidad, trabajitos que les anularan como personas y les impedirán crecer a todos los niveles. Trabajitos de mierda como única alternativa al paro. Y muchos han mandado a freír espárragos esos trabajos basura y se han labrado camino y esperanza por otro lado.
Jóvenes que han capitalizado el paro para abrir sus propios negocios luchando contra viento y marea porque les crujen a burocracia e impuestos, jóvenes que utilizan de forma magistral las nuevas tecnologías para poner en valor sus ideas, jóvenes que se asocian y aúnan talentos para conseguir proyectos comunes, jóvenes que se informan, que contrastan, que luchan por no perder la ilusión, las energías, las ganas.
Y además saben divertirse, y además intentan ayudar a los cercanos, y además saben compartir, y tiene mucho mérito que así lo hagan porque el contexto que les rodea no es ni de lejos el más adecuado, es más, empeora por momentos (52 por ciento de desempleo entre los jóvenes).
Así que basta ya de etiquetas absurdas, basta ya de hablar de "ninis" o de botellones de polígono, basta ya de creer que todos los jóvenes quieren ir a Telecinco para venderse como carne en programas vomitivos, basta ya de pensar que los jóvenes pasan de todo y solo se mueven por el consumo absurdo y la búsqueda de la fama más chusca, basta ya de comparaciones con jóvenes de otros tiempos porque todos tuvimos aciertos y miserias, basta ya de castigar a los jóvenes de este país porque ellos son el futuro del mismo y a muchos se les está empujando a irse fuera en busca de oportunidades e ilusión.
He tenido la suerte de compartir con algunos de ellos experiencias y me han demostrado que es posible buscarse la vida sin amargársela a los demás. Y eso, queridos lectores, merece todo mi respeto.
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