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Si a cien mahoneses les preguntáramos que ocurrió en esta ciudad en 1535, estoy convencido de que apenas diez (siendo generoso) sabrían contestar y decirnos que pasó aquí entre el 1 y el 5 de septiembre.

Por contra si preguntamos a cien ciudadelanos que ocurrió en la ciudad de poniente del 1 al 9 de julio de 1558, estoy seguro que la inmensa mayoría lo sabrían. Si además les apuntamos por lo bajini, que fue "s'any de sa desgràcia" no quedaría nadie sin responder acertadamente.

Considerando que lo ocurrido en uno y otro lugar fué, desgraciadamente, casi lo mismo, (salvando la diferencia puramente numérica) ¿por qué esa disparidad en la memoria colectivad e mahoneses y ciudadelanos?

Desde hace muchos años he tenido la convicción de que se ha dado, históricamente, un tratamiento muy distinto a dos luctuosos sucesos que Menorca sufrió en el siglo XVI.
Me refiero, naturalmente, a los saqueos turcos de Mahón y Ciutadella. En ambas ocasiones una flota del imperio otomano ataca y destruye una de las dos ciudades causando una devastación brutal. Centenares y centenares de menorquines son muertos, mientras que miles son llevados fuera de la isla para ser vendidos como esclavos, o (en el mejor de los casos) ser rescatados (previo paso por caja).

Jeireddin, apodado Barbaroja, y Pialí Bajá son los dos almirantes de la flota (calificados en estas tierras como piratas) que asolaron nuestra isla, quedando para siempre en nuestra memoria histórica como la personificación del terror absoluto.

Recuerdo que de pequeño, mi madre acostumbraba a amenazarme cuando no me portaba bien (lo que era frecuente) con un sonoro "vindrà en Barbarossa i se t'endurà", lo que era la versión mahonesa de que "vendrá el coco". Probablemente la amenaza surtía el efecto acojonante previsto.

Hasta aquí la semejanza y paralelismo entre los históricos sucesos. A partir de aquí veremos que el tratamiento que se ha dado a uno y a otro han sido diametralmente opuestos.

En Ciutadella se recuerda la efeméride cada año, mientras que en Mahón se corrió un túpido velo y preferimos olvidar y mirar para otro lado.

En Ciutadella se levantó un obelisco en el centro de la plaza del Born, y cada año se lee el "Acta de Constantinoble" en una sesión plenaria de su Ayuntamiento, recordando la heroica resistencia "pro aris et focis, usque ad mortem".

En Mahón, al parecer, se creó un sentimiento de vergüenza ajena, (y se evita mencionar esos sucesos) por entender que nuestras autoridades municipales acabaron traicionando a su pueblo, abriendo la muralla a Barbarroja, que se despachó a gusto.

Esa disparidad de consideración histórica me parece injusta. Los mahoneses, también resistieron, en la medida de lo posible, y únicamente la "traición" de sus ediles cambió el curso del sentimiento que hoy tenemos al recordar lo que ocurrió aquí en Mahón hoy hace 477 años.

Tras consultar varias fuentes bien documentadas, uno se queda con una cierta duda acerca de lo que "realmente" ocurrió. ¿Hubo traición? ¿Pudo más la cobardía de unos que la voluntad de resistencia que otros tenían?

Esa historia no es ni todo blanca ni todo nogra. Hay que rebuscar entre los maticesgrises, para llegar a lo realmente acontecido, y con esa intención pedí a un historiador al que admiro, Miquel Angel Casasnoves Camps que nos aportara luz a este delicado tema. Desde aquí se lo ruego nuevamente. y estoy seguro que podré decirles pronto, día hora y lugar, desde estas mismas páginas del Menorca.

Abusando de la amabilidad de los lectores, y en la convianza de interesarles en el tema que nos ocupa, mañana completaré este artículo, con un breve relato de lo que ocurrió en Mahón entre el 1 y 5 de septiembre de 1535.

El mar Mediterráneo fue el escenario de la confrontación de siglos entre dos imperios: el otomano y el español. Guerra de civilizaciones y religión que libran, en la época que nos ocupa, Carlos V y Solimán el Magnífico.

Menorca, situada en el centro del Mediterráneo occidental es, muy a su pesar, uno de los lugares donde la guerra cobra caracteres más dramáticos con los saqueos turcos de Mahón primero, y después Ciutadella.

Carlos V, consciente de lo que representaba tener a Barbarroja en Túnez, decide tomar la iniciativa y atacarle. Supervisa personalmente la expedición que organiza y sale el 30 de mayo de Barcelona al frente de su parcicular cruzada.

Hace escala en Mahón el 5de junio, oyendo misa, para inmediatamente continuar hacia Túnez, via Cagliary. Reunió una impresionante fuerza de ataque de 40.000 soldados a bordo de 420 navíos, y tras varias batallas, el 21 de julio conquistó Túnez.

Pero Barbarroja pudo inexplicablemente escapar, con 22 galeones y 9 fustas, humillado y derrotado, pero con enormes deseos de venganza. Su objetivo: Mahón.