Bienvenidos sean cuantos avances tecnológicos se introducen para mejorar la calidad de emisión de las distintas emisoras de televisión, sean públicas o privadas, sean de pago o no. Es cierto, por otra parte, que todavía hay que dar muchos pasos para la progresiva extensión de la televisión de alta definición y la de tres dimensiones. El problema de fondo, sin embargo, radica en que el interés por avanzar en el área de la tecnología no se ha contagiado al campo de los contenidos televisivos. Para corroborarlo bastaría repasar someramente la programación de la veintena de canales que brinda la televisión digital terrestre (TDT).
La crisis económica que soportan los medios de comunicación tradicionales -prensa, radio y televisión- ha causado verdaderos estragos. Asimismo, es evidente que los fuertes descensos registrados en el mercado publicitario ha obligado a reducir presupuestos y recortar plantillas. Y en el ámbito de las televisiones, desde hace mucho tiempo es una triste realidad que todas las empresas se han visto abocadas a potenciar la vía de la redifusión de programas en su absurdo empeño por cubrir las 24 horas de emisión. En muchos casos el abuso de la redifusión ha alcanzado unos niveles de vergüenza ajena, como habrá podido constatar cualquier telespectador mínimamente crítico con la producción televisiva que se difunde en este país.
No se redescubre por tanto el Mediterráneo si se afirma que las distintas empresas de televisión se han abonado con celeridad a la redifusión, una práctica sobre todo muy explotada en los meses de verano y que supone tomarle el pelo -por enésima vez- a los televidentes, en especial a quienes están abonados a una televisión de pago. Citaré unos pocos ejemplos al respecto. En Canal Plus, un año más, en su canal Viajar son numerosísimos los programas cuya emisión se repite una y otra vez a lo largo de la semana. Lo mismo pasa en su canal TNT, donde en la temporada veraniega se ha prodigado la repetición de los capítulos de "Big bang", una serie por cierto muy divertida en la que se narran las extravagantes andanzas de personajes tan chispeantes como Sheldon, sus amigos Leonard, Wolowitz y Raj, así como la encantadora Penny, y cuyos episodios por otro lado también han podido seguirse en abierto en una emisora de la TDT. En la privada La Sexta, en julio y agosto se ha programado la redifusión del concurso "El millonario" presentado por Nuria Roca y cuyas sucesivas entregas ya pudieron verse el pasado invierno. Y en el canal Teledeporte de TVE, durante las semanas siguientes a la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres, clausura que, conviene recordarlo, ocurrió el pasado día 12, se han vuelto a difundir numerosos partidos y competiciones con participación española en este evento deportivo.
A propósito de repetición, cabe abrir un paréntesis para referir otro hecho que a estas alturas parece aceptarse igualmente sin rechistar: en las televisiones públicas y privadas, buena parte de las noticias que se ofrecen en los telediarios de primera hora de la tarde vuelven a insertarse en los informativos de la noche, y casi siempre sin aportar datos nuevos. En algún caso se ha comprobado que el porcentaje de repetición nunca ha bajado del 85 por ciento. Para aburrir y hartar a los telespectadores más exigentes.
Los canales televisivos de información continua también se aferran durante muchas horas de la jornada a la comodidad de la mera repetición. En ese terreno, los espacios informativos de radio aventajan claramente a los de televisión. Los noticiarios radiofónicos siempre suelen anticiparse a los televisivos ya que se trabaja con mayor dinamismo y se cuida un aspecto esencial: la ampliación de las noticias, no su simple y machacona reiteración.
¿Y cómo anda la televisión autonómica balear en materia de redifusión? Lo siento. No puedo opinar puesto que en casa solo he sintonizado IB3 en muy contadas ocasiones: mayormente para seguir los debates sobre el estado de la Comunidad Autónoma o -esto fijo- para ver los partidos del Menorca Bàsquet.
Espero y deseo, en fin, que la prensa escrita jamás se vea contaminada por el tan extendido abuso de la redifusión televisiva o el escandaloso fiasco de contenidos imperante. Porque, ¿se imaginan ustedes que los periódicos, con la excusa de la crisis o de las vacaciones de sus plantillas de redacción, decidieran reeditar cada día un buen número de páginas con informaciones, reportajes y artículos de opinión ya publicados en semanas e incluso meses precedentes, y así durante todo el año?
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