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Menorca ha perdido fuerza e iniciativa en materia de promoción turística. El Consell ha renunciado a gestionar la competencia, que ha quedado en manos de la Conselleria de Carlos Delgado; la Fundació Destí ha reducido su capacidad; la Fundació Turisme Menorca sigue operativa, pero inactiva; el Fomento del Turismo tampoco genera actividad alguna. El Consell debe actuar para que la promoción se convierta en un objetivo prioritario y debería ceder el protagonismo a las entidades privadas. El modelo de gestión de Barcelona podría servir de ejemplo para conseguir que el sector privado, no solo se comprometa con su aportación económica, sino que tenga la capacidad de decidir sobre la gestión de los recursos y la definición de las prioridades. Uno de los efectos de la crisis es que devuelve el protagonismo a las entidades privadas, que han renunciado a él a veces por comodidad o por acomodación a los intereses políticos. Sin embargo, ahora, lo que está en juego es la economía de la Isla y de su principal motor, el turismo. Tanto el equipo de gobierno del Consell, con su compromiso de pacto por el turismo, como las entidades privadas, que no fueron capaces de acordar su representatividad, han de olvidarse de intereses sectoriales o partidistas y mostrar más visión de futuro.