Me agrada sumergirme en las profundidades de los recuerdos. Me encanta bucear entre los mismos y perderme entre ellos, como es el caso cada vez que acuden a mi memoria vivencias infantiles en la cala de Alcaufar.
En 1945 recién inaugurado El Mesón, cafetería, restaurante, bar de copas, de tapeo donde se reunían los personajes considerados mas chics de aquel Mahón de la Posguerra, cuando todos guardaban la compostura, las apariencias, se disponía de vestimenta para los domingos y festivos y se vivía feliz, con lo justo y lo necesario, sin estridencias sense treure es peus des llençols.
La mayoría de hogares carecían de cuarto de baño, pero se usaba a fondo el jabón de pastilla "d'oloreta", las consabidas friegas por todo el cuerpo con alcohol de 90º. Seguido de agua de colonia, los hombres se afeitaban "con raó", unos, con maquinilla de afeitar otros, loción , los mas modernos se perfumaban con Varón Dandy y las mujeres, con Joya, Maderas de Oriente, La Maja , hasta que el señor Parpal en su establecimiento de la plaza Bastión de esta ciudad, dio a conocer sus Perfumes Dor. Voy a dejar estos detalles y de nuevo me incorporo con la apertura del Mesón de Román Bustamante el hijo mayor del propietario del hotel del mismo nombre. Persona muy válida para el trato con el público. Lleno de inquietudes siempre deseoso en ofrecer un mejor servicio, algo que sin duda heredó de su padre uno de los pioneros en el ramo de hostelería y en la fundación del Fomento del Turismo. Como ya escribí con anterioridad, don Ramón Bustamante inició las populares excursiones con automóvil por toda la Isla. Debió aconsejar al joven Román que ya iba siendo hora de dar un toque de modernidad, atrás quedaban los viejos casinos.
El señor Bustamante "fill", no se conformó con su modélico establecimiento de la Ravaleta, tomando parte en la sociedad de Parpal y Serafín que hacían sus pinitos en la cala de Alcaufar regentando un modesto hotelito, muy acogedor conocido con el nombre de Xuroy, a pie de playa, tan solo abrían los tres meses de verano, los catalanes "de dobles" que ya conocían Menorca gracias a la casa Burdó, de no disponer de habitación en Fornells, venían a San Luis. De ahí, que cuando Román Bustamante, se puso el delantal, sirviera espléndidas cazuelas de barro con tan exquisito manjar, pensando que no debía dejar de lado la ocasión.
Gracias a mi admirado Gori, y su celo de guardar las cosas, "per sa seva filla quan fos grossa", hoy puedo comunicarles que en el verano de 1928, en Alcaufar se encontraba, una modesta tienda que cuidaba de las provisiones necesarias para los veraneantes. Es Caló Roig, ideal para tomar el sol, respirar aire puro, haciendo acopio de yodo.
26 casetas, todas ellas con nombre propio. La Libertad, La Tranquilidad, Villa Rosa de su íntimo amigo el alemán German Heugel Boden, que tuvo el detalle de poner el nombre de su esposa. La Moulin Rouge, La Blanca Arena, Sol y mar, La Bienvenida, Bien Llegados, la Salud, lamentablemente el tiempo no perdona y los bichos tampoco apoderándose de parte del papel, haciendo ilegible infinidad de renglones.
He podido saber, que el inicio de aquel idílico lugar, en parte se debió a la temida enfermedad, que acabó con las vidas de tantísimos jóvenes. Hombres y mujeres "morien tísiscs", el pulmón y su contagio no perdonaba ni a ricos ni a pobres. Una de las primeras celebridades que probó con la cura cerca del mar, de la naturaleza y los pinares, fue la emperatriz austrohúngara Elizabet de Baviera. Recomendado por los grandes educadores Tolstoi, Rousseau, Pentalozzi y don Francisco Giner entre otros.
En toda España se pensó en lo que llamaron Educación Integral, la que conduciría a un mejor porvenir, más saludable, uno de sus eslóganes venía a ser, no se precisaba de vivir en un lujoso palacio, sino palacios modestos, limpios, higiénicos, saludables, con ventanas al exterior. Enseñando en las escuelas que se acostumbraran a vivir al aire libre.
Así fue como un "santlluïser", viendo la irreparable enfermedad de uno de sus hijos, lo trasladó a una humilde choza que venía usando en la tranquila cala. Entre baños de sol y mar, respirar aquel aire puro de uno de los pinares y que según parece él fue sembrando para beneficio de cuantos precisaran su curación, vio cómo iba sanando. Añadía el mecánico de la motora. Fue un clamor, todos hablaban de lo mismo, había sido un milagro. Poco a poco, se fueron construyendo casitas, los pescadores convivían con ellos y los hortelanos de las cercanías también.
Con anterioridad a todo esto, de la construcción de las 26 casitas etc. El trayecto de San Luis Alcaufar, se hacía pasando por caminos malos y largos, ni tan siquiera pasaba un carruaje, montados en un burro o un mulo, cargados con sarrias, expuestos a la acción de los rayos de sol en verano y a las inclemencias del viento, del frío y la lluvia en invierno, pudiéndolo hacer por una cómoda vía recta ancha y liviana, con que podrían beneficiarse los que transportaban sus productos de la finca, los picapedreros y canteros, a la vez de los que servían la mejor cal, del levante menorquín.
A finales de 1925, principio del 26, en plena crisis monetaria, escasez de trabajo, el alcalde de Mahón, don Antonio Victory, siempre preocupado por cuanto le rodeaba, junto al ingeniero de caminos, canales y puertos señor Ruiz de Guevara, promovieron infinidad de trabajos de construcción, haciendo mover los hilos de los habitantes de San Luis a hacer lo propio, lo que repercutió en graves enfrentamientos entre los propietarios de fincas al observar que se les expropiaría terreno para la construcción de una nueva carretera, y no estaban dispuestos a dejar pasar por sus tierras. Fue tal el disgusto de algunos que se dejaron de hablar "ni se saludaban", algo que duró hasta la tercera generación. Tal cual sucedió al realizarse la de Mahón a San Clemente. Los más ancianos intentaban apaciguar a los jóvenes recordándoles que lo mismo sucedió cuando el gobernador inglés, Kane, coronel por aquel entonces, pensó en realizar el trazado de caminos decentes, amplios y cómodos y que a través del tiempo todos habían comprobado su gran acierto, beneficiando la Isla gracias a su empeño. Continuaban diciendo, no os opongáis será un bien para el pueblo. Como más tarde se comprobó y no digamos "si hara alcessin es cap, no s'ho podrien creure".
Debo disculparme, me he enrollado como una persiana, según el vocablo de la jerga juvenil. Pero he creído oportuno recordar que el día que fui por vez primera a Cala Alcaufar, habían sucedido infinidad de cosas, ya no pasaban por el caserío o finca de Alcaufar Vell, entre otras, lo hice por una carretera de las que había en los años cuarenta y cincuenta, "bastants de Clots, bonys, i còdols, pols a tanti voleti". Con la particularidad que de encontrarse en medio del camino alguna piedra de tamaño más grande de lo deseado, los conductores paraban su vehículo, bajaban y la ponían sobre la pared.
Mi primera vez, fue con motivo de tirar al mar la nueva embarcación "un llaüt molt gros" de don Gabino Sintes, mi padre le había instalado un motor marino también de trinca. Allí en el arenal se unieron varias familias con sus hijos y sus cestas provistas de la comida que compartieron todos juntos. Un tal Bep de Sant Lluís que por lo visto ayudaba a Gabino, se encargó de colocar "ses senalles" arrinconándolas en la cueva "des Putu", mientras nadábamos y jugábamos. Fue un domingo inolvidable, cargado de sorpresas entre ellas el recibimiento que se hizo a Fernando Sintes hermano de Gabino que tenía una pastelería en Mercadal, obsequiando al grupo, con un brazo de gitano, tan largo como jamás he vuelto a ver.
En otra ocasión continuaré, dispongo de bastante material del lugar, hoy tan solo ha sido un esbozo de distintas épocas de la recóndita cala.
Y como homenaje a los sacrificados mecánicos y conductores de automóvil, cuando no existían recambios ni herramientas especiales para su arreglo, publico una preciosa fotografía de un íntimo de Gori. Don Antonio Melis Mesquida popularmente conocido por "Torrebit". El fotógrafo lo inmortalizó junto a un Donet que adquirió pasando a ser el primer taxi de su propiedad. Según escuché infinidad de veces, los dos hombres más arriba citados junto a tres amigos más, en Mir, en Fiol y Modesto, celebraron la venida de la República en el Moulin Rouge de la Cala Alcaufar, conducidos por el que sería el padre del "Melis Bus" de grato recuerdo.
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margarita.caules@gmail.com
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