Al principio fue el viajero, que no era un turista. La conversión del viajero en turista se medirá por la disminución progresiva de la relación entre el que viaja y el que le acoge. El viajero encontrará su lugar entre las gentes que le acogen. El turista surge con la generalización de las estructuras hoteleras, cada vez más separadas de la sociedad que se visita. EL viajero hace lo posible para estar con y entre la población seleccionada. Para el turista no es posible tal unidad. El viajero hace lo posible para conocer las costumbres, las manifestaciones artísticas. El turista gasta poco tiempo en conocer la realidad. Se encuentra bien rodeado de otros turistas, entre los que encuentra el impulso necesario para manifestar sus críticas a la calidad del servicio o a las excursiones que ha comprado.
La atracción de lo desconocido se convirtió en negocio. Se publican las guías con la lista de monumentos a visitar, los puntos desde los que fotografiar el paisaje incomparable, los bares a visitar, etc. Al turista no le queda más que verificar la certidumbre de la información recibida.
Responso
Patrimonio de la humanidad
01/06/12 0:00
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