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Mañana se abrirá al tráfico la variante de Ferreries, después de que la ministra de Fomento, Ana Pastor, inaugure las obras. Han pasado más de 30 años de reivindicación y, por fin, el desvío de la carretera es una realidad. Hoy sería una obra imposible, por su elevado coste, algo más de 25 millones de euros. Por tanto, hay que celebrar su desarrollo y sobre todo la mejora que representa para la seguridad viaria, para los residentes en Ferreries y para los ocupantes de los 18.000 vehículos diarios que cruzan en verano y los 12.000 el resto del año.

Es evidente que los 4.8 kilómetros de nueva estructura representan un impacto sobre el territorio, plenamente justificado por la mejora viaria que significa. El diseño moderno contribuye a ofrecer una buena imagen de esta obra de ingeniería. También hay que felicitar a Ferrovial por el cumplimiento de los plazos, 21 meses desde agosto de 2010, y por la forma de ejecución, con una incidencia controlada sobre la principal vía de comunicación de la Isla.

La variante resuelve el principal punto negro de la red viaria insular. Quedan otras mejoras pendientes, pero hay que valorar que la más importante ha dejado de ser un proyecto.