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Cuando el reloj ronda las doce de la noche, muchas cadenas de televisión empiezan a emitir una serie de anuncios en los que se muestran a personas dispuestas a solucionar "prácticamente todos nuestros problemas" gracias a la lectura de cartas y demás técnicas de adivinación. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) consiguió controlar esta situación en 2001 dando un toque de atención a la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y denunciando que casi mil teléfonos de prefijo 906 incumplían la normativa entonces vigente. El caso es que, finalmente, todas las empresas que se dedican a estos negocios tuvieron que devolver el dinero a quienes denunciaron, así como cambiar su número a uno que comenzara por 903 o, como vemos últimamente, por 803. Posteriormente, se prohibió que se emitieran estos anuncios en horario infantil, con lo cual se ha conseguido que en algunas cadenas se lleve a cabo un bombardeo a partir de las once de la noche. Por otro lado, y lo más preocupante, es que, según publican algunos medios, la crisis y la incertidumbre han llevado a que se incremente el número de personas que llaman a estos números, bien sea de adivinación o de concursos con respuestas sospechosamente fáciles. Al final pasa lo de siempre, que el interesado acaba con una preocupación más en su lista (la factura del teléfono), y con los adivinos excusándose con aquello de "Te lo habíamos dicho: solucionamos 'prácticamente' todos tus problemas".